Cuando una mujer va a someterse a una cirugía como una histerectomía (quitar el útero), es frecuente que tenga inquietudes como: ¿si será doloroso el procedimiento?, ¿cómo será éste?, ¿riesgos del mismo?, ¿Cómo será mi recuperación?, ¿Qué consecuencias me traerá a futuro?, etc. Empecemos por definir el término de histerectomía, el cual se define como un procedimiento quirúrgico que consiste en extirpar el útero, éste puede ser de manera general de dos formas: histerectomía total, o histerectomía subtotal.
La histerectomía total consiste en extirpar el útero junto con el cuello del mismo (órgano que se visualiza cuando se toma una citología cervicovaginal también conocido como estudio de papanicolaou), y en la histerectomía subtotal solo se retira el cuerpo del útero y el cuello uterino se mantiene.
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Dentro de esta clasificación general, existen así mismo dos variantes, la histerectomía ginecológica y la histerectomía obstétrica, esta última se realiza cuando la paciente se encuentra embarazada, posterior a la atención de un parto, inmediatamente después de realizar una cesárea, o en los primeros 42 días después de concluido un embarazo (período denominado puerperio).
En esta ocasión, solo hablaremos de la histerectomía por causas ginecológicas, y en un segundo articulo hablaremos de la histerectomía obstétrica.
En lo que respecta a la histerectomía ginecológica, esta tiene tres formas de realizarse:
- Vía abdominal
- Vía laparoscópica (por robot o convencional)
- Vía vaginal (asistida por laparoscopia o 100% vaginal)
La histerectomía por vía abdominal se realiza mediante una incisión (corte de piel) en el abdomen, la cual puede ser de forma vertical por debajo del ombligo, o transversal, ligeramente por arriba del pubis (siendo ésta más estética que la vertical). Esta vía de entrada es la más comúnmente utilizada ya que puede utilizarse en todo tipo de paciente y con todo tipo de diagnóstico que amerite el procedimiento. El período de recuperación con esta técnica es el más largo, de aproximadamente 20 a 30 días, sin embargo, esta vía de entrada es la que se llega a utilizar cuando las otras vías de abordaje no son posibles de realizar.
La histerectomía laparoscópica, es actualmente el procedimiento que más se prefiere, debido a que el período de recuperación es menor que en con la técnica abdominal, siendo de aproximadamente 10 a 15 días, así mismo, hay menor sangrado reportado, y con referencia a lo estético de las cicatrices estas son mucho más pequeñas, siendo aproximadamente de 3 a 4 incisiones, de 5 a 10 milímetros de longitud cada una.
Estas dimensiones de las heridas, favorece en gran medida que disminuya en las mimas, el riesgo de infecciones, hematomas (colecciones de sangre), seromas (colección de líquido graso), y por tal motivo en muchas ocasiones se recomienda esta vía para pacientes con obesidad. Sin embargo, en pacientes con riesgo de presentar adherencias intestinales por tener antecedentes de varias cirugías abdominales previas, o cirugías abdominales con procesos infecciosos importantes como una peritonitis, o presentar útero grande como ser mayor a 14 centímetros de longitud, o de más de 400 gramos de peso aproximado, se recomienda más la vía abdominal, ante el riesgo de presentar dificultades técnicas por eta vía, ya sea de manera convencional o con robot.
Y aunque se han reportado casos de haber realizado histerectomías laparoscópicas en útero mayores a las dimensiones y peso antes señalado existe controversias con respecto a si esta esta vía es la correcta, ya que esto incrementa el tiempo quirúrgico y por tanto el riesgo de que se presenten complicaciones transoperatorias innecesarias. La diferencia entre la vía laparoscópica convencional y con robot, es que con ésta última, aparte del precio de la cirugía, la capacitación y experiencia del cirujano para poder usar el equipo especial robótico, los movimientos son más controlados y en ocasiones el sangrado puede ser menor, que en una laparoscopia convencional, y es por eso que en ocasione se prefiere utilizar en procedimiento oncológicos (cáncer), aunque para efectos prácticos y generales los resultados con ambas técnicas son muy similares.
La histerectomía por vía vaginal, es el procedimiento de elección para retirar el útero, pues es la vía que tiene la recuperación más rápida, y con menor sangrado en comparación con las dos previas, sin embargo, para poder realizar una histerectomía vaginal, la paciente de tener ciertas condiciones anatómicas, en donde haya un descenso uterino (caída de útero o matriz) que permita que se realice el procedimiento por esta vía, ya que de no haber este descenso del útero, imposibilita o dificulta en gran medida que se realice el procedimiento. Además del descenso uterino, se debe de tener plena seguridad que podrá extraerse el útero por esta vía, por tal motivo las dimensiones del mismo no deben exceder preferentemente de más de 12 cm aproximadamente, de lo contrario deberá de apoyarse de técnicas especiales para disminuir las dimensiones del cuerpo uterino ya sea por vía vaginal, o mediante morcelación laparoscópica, que en ambos casos incrementa el tiempo y riesgo quirúrgico por esta vía.
Es muy importante que exista una adecuada valoración médica antes de elegir la vía de abordaje (abdominal, laparoscópica, o vaginal), ya que, de presentarse algún impedimento o complicación transoperatoria con la vía laparoscópica o vaginal, se va a terminar realizando al final una cirugía por vía abdominal. Los cual es muy importante que la paciente lo tenga claro y esté consciente de ello.
En todos los casos y por las diferentes vías de abordaje, pueden llegar a presentarse complicaciones trans y/o postoperatorias, como son infecciones del área quirúrgica, sangrado, dolor, lesiones advertidas o inadvertidas (darse o no darse cuenta en el momento) a órganos vecinos, hematomas o seromas (colecciones de sangre o liquido de grasa), dehiscencia de la herida (se abra la herida), y es por esto mismo, que un procedimiento quirúrgico como una histerectomía, debe realizarse cuando no existe otra alternativa de manejo y nunca deberá de considerarse como la 1ª elección de tratamiento, y menos aun cuando no se tiene paridad (deseo de embarazo) satisfecha.
Las indicaciones para una histerectomía son varias, y en caso de ser por causa ginecológicas pueden dividirse en benignas o malignas. En el caso de una enfermedad maligna se refiere a todo aquello que tenga que ver con cáncer del cuello y cuerpo del útero, en ocasiones y de acuerdo a la evolución de la enfermedad, se prefieren de otras alternativas como quimio o radioterapia antes de optar inicialmente por la histerectomía, sin embargo, esto dependerá de la valoración médica y estadio de la enfermedad que se trate.
En el caso de enfermedad benigna, la más comúnmente conocida es la ocasionada por fibromas o miomas uterinos, en la gran mayoría de las veces son de tipo benignos, y estos pueden llegar a causar dolores uterinos, sangrados abundantes, compresión a otros órganos cuando llegan ser muy grandes, dificultad para embarazarse o problemas durante el embarazo. Cuando ya se tiene una paridad satisfecha (no deseo de embarazos de manera definitiva), y los miomas dan síntomas como los comentados, y se han tratado ya con otras alternativas de manejo, entonces es cuando se debe de pensar en realizar una histerectomía.
La única finalidad del útero y el cuello del mismo es la función reproductiva, a diferencia de los ovarios que también tienen una función endocrinológica u hormonal, la vagina con una función sexual aparte de la reproductiva, y la región vulvar como área genital con función de identidad de género de manera anatómica. Por tanto, cuando se realiza este procedimiento, no se afecta fisiológicamente ninguna otra función que no se la reproductiva como ya se mencionó. Por tanto, sino existen complicaciones trans ni postoperatorias, una mujer puede llevar una vida completamente normal, tanto en lo social, como en lo sexual y en lo hormonal, cuando se ha realizado una histerectomía.
Sin embargo, siempre es importante realizarse un chequeo médico general y ginecológico de manera rutinaria y mínimo anualmente, con su médico o ginecólogo de confianza, para descartar o detectar de manera oportuna, alguna alteración ya sea funcional u orgánica antes de tener llegar a tener que someterse a algún procedimiento quirúrgico.
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