El ruido es un generador de estrés a nivel biológico, porque el cuerpo responde automáticamente al ruido como señal de alarma. La exposición crónica al ruido por encima de ciertos niveles produce secreción de adrenalina al torrente sanguíneo, aumenta el ritmo cardiaco, la presión arterial y el ritmo respiratorio, disminuye la motilidad gastrointestinal, se contraen los vasos sanguíneos periféricos y se tensan los músculos.
Todo esto hace que se asocie a mayor susceptibilidad a enfermedades en general, trastornos neuropsicológicos como cefalea, fatiga e insomnio, alteraciones cardiovasculares como hipertensión e infarto, desórdenes digestivos como úlceras y colitis, y a algunas alteraciones endócrinas y metabólicas.
Te podría interesar
Algunos datos parecen indicar una relación entre la exposición a ruido excesivo y alteraciones en el desarrollo del bebé en el embarazo, y durante la pandemia de COVID-19 se observó que la exposición a contaminación por ruido afectaba la susceptibilidad y severidad de esta enfermedad.
Para evitar estos problemas, idealmente el ruido ambiental durante la noche debería de ser de 40 dB o menos, pero eso es muy difícil de alcanzar en ambientes urbanos por lo que se considera una medida interina adecuada que el ruido no sobrepase los 55 dB en horas de sueño.
Por otra parte, están los niveles de ruido que dañan la audición. Nuestros oídos sufren daño permanente ante una exposición prolongada a sonidos fuertes. En este sentido, un ruido se considera riesgoso si es mayor a 85 decibeles (dB), pero a intensidades menores puede causar daño si estamos expuestos por tiempos prolongados, y a la larga, puede afectar nuestra capacidad para oír sonidos suaves o entender el habla. Algunos ejemplos de ruidos que pueden superar ese nivel son la música en vivo, los conciertos, los fuegos artificiales, los motores de aviones y los eventos deportivos.
¿Qué podemos hacer para proteger nuestros oídos?
El uso de tapones para los oídos es una manera sencilla de hacerlo. En sus diferentes modalidades incluyen tapones de espuma, de silicona y hechos a la medida.
Los tapones de espuma son económicos y fáciles de usar y se expanden en el canal auditivo para bloquear el sonido. Los de silicona son reutilizables y duraderos, y se amoldan al canal auditivo para un ajuste cómodo. Por otro lado, los tapones hechos a la medida están diseñados para adaptarse a la forma única de tu canal auditivo y pueden ser más cómodos y efectivos que el resto.
El momento de usar tapones es cuando vas a estar expuesto a ruidos fuertes durante un período prolongado, como en un concierto o un evento deportivo. También es importante utilizarlos si trabajas en un ambiente ruidoso, como en una fábrica o en una construcción.
En cualquier momento que sientas que no oyes bien o si comienzas a escuchar zumbidos en los oídos, debes de buscar un diagnóstico certero y a tiempo del padecimiento, esa es la clave para tratarlo de forma adecuada.