DISAUTONOMÍA

¿Qué es la disautonomía?

No es nada difícil entender los múltiples síntomas que pueden presentarse en el síndrome disautonómico; conoce todo sobre este padecimiento

Se trata de un desorden que se calcula que padecen cerca de 70 millones de personas.
Se trata de un desorden que se calcula que padecen cerca de 70 millones de personas. Créditos: Canva
Escrito en OPINIÓN el

En una semana en la que hablar de mareos, debilidad y desmayos ha estado en la agenda informativa nacional, me pareció un momento apropiado para platicar de una patología que se ve con relativa frecuencia en el consultorio y que además es molesta de forma moderada, pero por lo crónico y latosa es altamente incapacitante: la disautonomía

El síndrome disautonómico, por todo lo que explicaremos a continuación, es una enfermedad que navega en un área gris donde intervienen el cardiólogo, el neurólogo, el psiquiatra y hasta los fisioterapeutas y rehabilitadores físicos.

Se trata de un desorden que se calcula que padecen cerca de 70 millones de personas en el mundo, es más frecuente en mujeres que en hombres y sobre todo en personas jóvenes en la segunda y tercera década de sus vidas. Es una mala regulación en el mantenimiento de las funciones del sistema nervioso autónomo.

Estamos muy acostumbrados a oír sobre el sistema nervioso central, que a veces tenemos poca información sobre la otra parte neurológica importante del organismo.

Este complejo aparato es el encargado de trabajar con todas la funciones involuntarias de nuestro organismo. Podrían parecer pocas, pero pensemos un poco en ellas y citémoslas.

El control de la temperatura corporal, que se nos erice la piel, la apertura de nuestra pupilas, la tensión en la mandíbula, la salivación, resequedad de nuestra mucosas, la deglución y el reflujo esofágico, la producción de ácido en el estómago, el movimiento intestinal, la apertura de nuestro bronquios, la sensación plena de entrada de aire a nuestros pulmones, la frecuencia cardíaca, el ritmo del corazón, la presión arterial, el tono de nuestros músculos, el vaciamiento de la vejiga, molestias en la pelvis y hasta la sensación subjetiva de energía y de fatiga en general.

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Por lo tanto, no es nada difícil entender los múltiples síntomas que pueden presentarse en el síndrome disautonómico. Dolores de cabeza, bruxismo, zumbido de oídos, visión borrosa, problemas de agudeza visual, contracturas musculares frecuentes e insidiosas, trastornos funcionales digestivos, gastritis y colitis, taquicardias, alteraciones en la presión arterial, falta de aire, cansancio, debilidad, mareos y desmayos, bochornos, sudoraciones, constante sensación de urgencia al orinar, entre muchos otros.

¿Qué causa la disautonomía? 

Esta disfunción en el sistema nervioso autónomo se produce por cierta inmadurez en núcleos del tallo cerebral que se encargan de controlar a esta compleja red del sistema nervioso autónomo. Estos núcleos se comunican con predominantemente con un par de neurotransmisores que son la serotonina y la noradrenalina. Mismos que se requieren en buenos niveles en una gran cantidad de terminales en la médula espinal; y ojo también en el ya citado sistema nervioso central, donde tienen funciones relevantes en la atención, concentración, ejecución, control de los movimientos finos; y en la generación de síntomas depresivos y ansiosos. De ahí la muy frecuente interacción con trastornos neuropsiquiátricos.

El diagnóstico requiere de una exhaustiva historia clínica, una buena exploración física, algunos exámenes de laboratorio y gabinete y en algunas ocasiones una prueba que se llama mesa inclinada que pone a prueba la capacidad de respuesta del sistema autónomo

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El manejo es, en primer lugar, medidas generales de buena salud. Una correcta hidratación con niveles altos de sodio y de potasio que mejoran los síntomas cardiovasculares, buen control de las horas de sueño, comer balanceado y estricto a sus horas, ejercicio como medicina y no como buena recomendación y aprender técnicas de regulación del estrés como el mindfulness.

Acudir a revisiones periódicas con el cardiólogo, neurólogo o psiquiatra, dependiendo del perfil predominante de los síntomas que presente el paciente, en ocasiones el uso prudente de medicamentos como algunos corticoesteroides especiales o dosis bajas de antidepresivos que controlan la serotonina y la noradrenalina, así como algunos adrenérgicos antiguos que se usaban para regular la presión arterial.

Muchas veces también es una condición que mejora con la edad y con eventos especiales de la vida que modifican el estado del sistema nervioso autónomo como el embarazo.

Pero sobre todo el mejor esquema, es la educación, saber que esta patología existe, que se diagnostica fácil y que el éxito viene de una vida ordenada y de estar cerca de los especialistas.