VIDEOJUEGOS

¿Por qué jugar mucho videojuegos se considera enfermedad mental? Esto dice la OMS

Los videojuegos producen millones de dólares al año y son una industria en pleno crecimiento, pero producen adicción sin moderación

La adicción de los videojuegos es una enfermedad mental, según la OMS
La adicción de los videojuegos es una enfermedad mental, según la OMSCréditos: Canva
Escrito en MENTE SANA el

Los videojuegos son parte de la industria del entretenimiento, produciendo millones de dólares al año alrededor del mundo, incluso más que el cine o el teatro. Sin embargo, organismos de salud internacionales y nacionales han catalogado la adicción a estos productos como parte de un trastorno de salud mental. 

Los videojuegos es una adicción de salud mental / Pexels

En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó el trastorno por videojuegos en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), su manual oficial de diagnóstico. Esta decisión fue ratificada en la asamblea del 2021, por ello el uso problemático de videojuegos fue reconocido como una condición de salud mental que requiere atención profesional.

De acuerdo con el blog de medicina Top Doctors, "Esta adicción provoca la necesidad incontrolable de jugar de forma compulsiva, por lo que hace al paciente incapaz de controlar sus ganas y deseos durante un largo tiempo afectando su calidad de vida".

La OMS clasifica la adicción a los videojuegos como trastorno

La OMS lo describe como un patrón de comportamiento caracterizado por falta de control sobre el juego, prioridad creciente hacia la actividad y persistencia a pesar de consecuencias negativas.

“El trastorno por videojuegos se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente, ya sea en línea o fuera de línea, que se manifiesta por un control deficiente sobre el juego, creciente prioridad al juego sobre otras actividades y continuación o incremento del juego a pesar de consecuencias negativas".

Entre los principales síntomas de este trastorno están:

  1. Pérdida de control sobre el tiempo y frecuencia de juego.
  2. Prioridad excesiva al videojuego.
  3. Desplazamiento de actividades cotidianas como estudios, trabajo, ejercicio o relaciones sociales.
  4. Persistencia del hábito a pesar de consecuencias negativas.
  5. Aislamiento social de los vínculos cercanos.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés), "Es posible que debido a la situación actual de pandemia por COVID-19 y situaciones excepcionales como el confinamiento domiciliario obligatorio haya podido influir produciendo un aumento de casos".

El trastorno comparte características con conductas de dependencia a las apuestas o sustancias psicoactivas, especialmente la pérdida de fuerza de voluntad propia del individuo. Reconocer como enfermedad a esta adicción permite ayudar a que los sistemas de salud desarrollen programas de prevención, diagnóstico temprano y terapias especializadas en el ámbito mental.

Los grupos más afectados son los adolescentes porque dedican más tiempo a los dispositivos móviles y juegos digitales. Además de personas con antecedentes de ansiedad, depresión o baja autoestima, ya que el videojuego puede convertirse en un escape de la realidad material.

En estos sistemas de recompensa la interacción constante y recompensas virtuales aumentan el riesgo de dependencia por parte de los usuarios de internet.

"Una pasión por los videojuegos, o incluso un consumo intenso y prolongado, no indica un trastorno ni una adicción si no afecta la vida de la persona. La CIE-11 recomienda que la adicción al videojuego, difícil de controlar y que afecta otros aspectos de la vida, se manifieste durante un año o más para poder diagnosticarla", según Psychology Today (PT).

Este padecimiento al ser clasificado como una adicción, debe ser tratada como tal y requerir ayuda con profesionales de la salud especializados en psicológica y psiquiatría dependiendo el caso.

La adicción a los videojuegos no es vista por los especialista de salud mental como un simple pasatiempo, sino como un trastorno que puede afectar seriamente la vida de las personas.  Clasificarla como enfermedad mental permite ofrecer tratamientos adecuados y fomentar un uso responsable de la tecnología.

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