PELÍCULAS DE TERROR

¿Qué le pasa a tu cerebro cuando ves películas de terror?

Descubre la fascinante tormenta neuroquímica que desata tu cerebro cuando eliges asustarte frente a la pantalla

Conoce qué le pasa a tu cerebro cuando ves películas de terror
Conoce qué le pasa a tu cerebro cuando ves películas de terrorCréditos: (Canva)
Escrito en MENTE SANA el

Halloween y Día de Muertos se acercan y aunque la festividad mexicana sirve para recordar a nuestros familiares y amigos fallecidos, también en esta temporada suelen mostrarse muchas películas de terror, por lo que hoy te diremos qué le pasa a tu cerebro cuando ves este tipo de películas.

En la penumbra de una sala de cine o desde la comodidad del sofá, algo extraordinario ocurre en nuestro cerebro cuando decidimos ver una película de terror

Lejos de ser un simple pasatiempo, esta experiencia representa un complejo laboratorio neuroquímico donde conviven el miedo, el placer y la curiosidad en una danza cerebral única. Mientras nuestros ojos siguen las imágenes aterradoras, nuestro sistema nervioso activa mecanismos ancestrales que nos preparan para sobrevivir.

Los efectos para tu cerebro de ver películas de terror

La ciencia ha descubierto que esta aparente contradicción —buscar voluntariamente lo que naturalmente evitaríamos— revela aspectos profundos sobre la plasticidad cerebral y nuestra capacidad para transformar emociones negativas en experiencias placenteras. Cada susto, cada sobresalto y cada momento de tensión esconde una compleja secuencia de activaciones neuronales que explica por qué millones de personas disfrutan siendo aterrorizadas en un contexto seguro.

Esto le pasa a tu cerebro cuando ves películas de terror:

  • La amígdala en alerta máxima

Cuando una escena de terror aparece en pantalla, la amígdala —nuestro centro de procesamiento emocional— se activa inmediatamente, ignorando que la corteza prefrontal ya ha determinado que no existe un peligro real. Esta pequeña estructura cerebral en forma de almendra funciona como un sistema de alarma primitivo, liberando señales de emergencia que preparan al cuerpo para la supervivencia. La sangre se redirige a los músculos, las pupilas se dilatan y los sentidos se agudizan.

  • Un cóctel neuroquímico para tu cerebro

El verdadero espectáculo ocurre a nivel químico, donde se libera un poderoso cóctel de neurotransmisores que explica la naturaleza contradictoria de esta experiencia. Inicialmente, el cerebro inunda el organismo con adrenalina y cortisol, hormonas del estrés que aumentan el ritmo cardíaco y preparan el cuerpo para la acción inmediata. Esta respuesta fisiológica idéntica a la que experimentaríamos ante un peligro real es la responsable de esas palpitaciones y esa tensión muscular característica.

Pero el giro magistral viene después: una vez que pasa el susto o comprendemos que el peligro era ficticio, el cerebro libera dopamina y endorfinas que generan una sensación de alivio y bienestar. Esta transición neuroquímica —del estrés al placer— crea una montaña rusa emocional que muchos encuentran adictiva. Es precisamente esta combinación de alerta y recompensa lo que convierte al terror en un género tan particularmente gratificante para sus adeptos.

Cuando ves películas de terror en tu cerebro pasan muchas cosas. (Foto: Canva)
  • El hipocampo también se activa

Mientras la amígdala gestiona el miedo, el hipocampo —nuestro centro de la memoria— trabaja intensamente para contextualizar la experiencia y recordar que estamos ante una ficción. Esta estructura cerebral crucial compara constantemente lo que vemos con experiencias pasadas, ayudándonos a mantener un pie en la realidad incluso durante las escenas más intensas. Sin embargo, cuando la película es particularmente efectiva, puede crear memorias vívidas que perduran mucho después de los créditos finales.

  • La corteza prefrontal: El guardián racional

En medio de esta tormenta emocional, la corteza prefrontal actúa como la voz de la razón, recordándonos constantemente que lo que estamos viendo no es real. Esta región cerebral, responsable del pensamiento crítico y la toma de decisiones, mantiene un diálogo interno que nos permite disfrutar del miedo sin sucumbir al pánico. Es la que nos susurra "es solo una película" cuando nuestro instinto nos grita que huyamos.

Sin embargo, durante los momentos más intensos, incluso esta voz racional puede ser temporalmente silenciada por la respuesta emocional más primitiva. Este equilibrio precario entre lo racional y lo instintivo es lo que hace de la experiencia del terror cinematográfico un fenómeno tan único. Cuanto más logra una película comprometer este equilibrio, más efectiva y memorable resulta para el espectador.

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