Gracias al interés por descubrir la influencia neurológica de la música en las personas, surgieron diversos estudios a finales del siglo pasado que popularizaron la idea de que escuchar las composiciones del músico austriaco Mozart, podría mejorar determinadas funciones cognitivas, incluso desde la infancia.
Sin embargo, un reciente estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Viena, afirma que el efecto Mozart no existe y no tiene efecto alguno en la salud cerebral.
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¿Qué es el efecto Mozart?
El “efecto Mozart” es un termino que se acuñó en 1993 después de que el físico Gordon Shaw y la psicóloga Frances Rauscher, de la Universidad de California Irvine, analizaron el efecto que tenía escuchar la Sonata para dos pianos en Re Mayor K488 del compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart, en 30 estudiantes. Los resultados, aparentemente positivos, establecieron la creación del mito.
¿Qué supuestos beneficios tiene el efecto?
Según el artículo "Mitos y realidades del efecto Mozart", estudios anteriores afirmaban que la Sonata para dos pianos en Re Mayor K488 “disminuían” las crisis epileptiformes interdictales (IEDs, por sus siglas en inglés), un tipo de descargas eléctricas que suceden antes o entre las crisis epilépticas en infancias.
Otros beneficios que llegaron a asegurar algunos estudios, fueron que escuchar a Mozart podía favorecer la salud mental, la concentración y los procesos cognitivos, sin embargo, no existe evidencia sólida que permita afirmar que la música clásica mejora las funciones intelectuales.
Aunque todas estas aseveraciones fueron significativas en su momento, ahora son tomadas con cautela debido a que los estudios realizados se hicieron en grupos reducidos de personas, por lo que es necesario hacer un análisis más profundo y complejo.
¿Cuáles fueron los resultados de la investigación?
La investigación, publicada en Scientific Reports de Nature por los investigadores Jakob Pietschnig, Martin Voracek y Anton K. Formann, basó sus análisis en casi 40 estudios y más de 3,000 sujetos. Concluyeron que hubo un “efecto insignificante” que mejore el rendimiento intelectual.
Por tanto, el escuchar la Sonata K488 de Mozart tendría nulos efectos en la salud cerebral. Además, la investigación asegura que este efecto fue un invento exagerado que los medios populares emplearon a su favor para desarrollar toda una industria comercial en torno a la música clásica. “En la comunidad científica, el hallazgo original fue muy cuestionado”, asegura Jakob Pietschnig y colaboradores en su artículo para la revista Intelligence.
Lo que sí reconocen los científicos es que una persona puede ser mucho más productiva con un estímulo positivo de por medio.
(Con información de: ScienceDirect, Scielo, Nature, Gaceta UNAM)