Pasemos un poco de largo el estigma y halo de misterio que rodea a las patologías de las emociones, la conducta y la cognición.
Estamos hablando de enfermedades y no de debilidades de carácter, modos de forma de ser, o incluso, castigos divinos.
El siguiente punto relevante es qué tan prevalentes se encuentran en la población; ¿se trata de desórdenes raros, que casi no le pasan a nadie, y que, por lo tanto, será prácticamente imposible que yo o alguno de los míos alguna vez tengamos que hacer frente a uno de estos problemas?
(Foto: Especial)
Lamento decir que se trata de alteraciones extremadamente frecuentes. Comencemos hablando de la que es, probablemente, la bandera de las patologías neuropsiquiátricas: la depresión.
A nivel mundial se calcula que el 10% de los adultos van a presentar un problema del estado de ánimo en algún momento de su vida, prácticamente más de 350 millones de personas están pasando rachas persistentes de tristeza que afectan su funcionalidad y calidad de vida.
Pero ¿qué pasa en México?
Los datos más actualizados corresponden a la encuesta nacional de epidemiología en salud mental lidereada por la doctora María Elena Medina Mora del 2008. El reporte claramente nos confirma que el 9.2% de los mexicanos vamos a enfermarnos de depresión.
En números absolutos son casi 11 millones de habitantes. Ojo, hay que decir que en este grupo también se incluyó un casi 2% que corresponde a los portadores de trastorno bipolar, desorden un poco especial, que conforme se van modificando los criterios internacionales, se le ha dado en llamar espectro bipolar.
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Ello es para que nos hagamos a la idea de que existe todo un mosaico de formas de presentación, con la consecuencia de que es probable que esta redefinición termine por elevar las cifras totales de personas afectadas.
Los problemas de ansiedad en su conjunto, abarcando ataques de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, fobias en sus diferentes variedades y algunas otras patologías alcanzan números muy elevados, por arriba del 14% de la población.
Son frecuencias tremendas, si además dimensionamos el alta grado de afectación y de discapacidad que producen en el que los padece; y que en estudios internacionales se ha demostrado que sólo alrededor del 10% de los enfermos alcanzan a cumplir con los tratamientos más modernos indicados y resolutivos del problema.
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Posteriormente, se midieron los problemas en el control de los impulsos, donde englobaron a los problemas de conducta en niños, adolescentes y adultos, así como los trastornos en el control de los impulsos y el déficit de atención.
La frecuencia de estos desórdenes llegó casi al 6%, casos que requieren una evaluación especializada y un manejo donde tienen que intervenir diferentes áreas terapéuticas.
Finalmente, hay que hacer un espacio aparte para los problemas adictivos.
Ojo, incluir a las adicciones dentro de los problemas de salud mental no es un conocimiento que ya haya permeado suficientemente dentro de la población en general.
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En grandes grupos se sigue conceptualizando como un padecimiento de la voluntad, no una enfermedad y, por lo tanto, con manejos erráticos y que definitivamente cooperan a la reincidencia y recaídas.
El 7.8% de los mexicanos está con un desorden con abuso, tolerancia y dependencia a una sustancia que ameritan un manejo multidisciplinario y como tal, clínicas y modelos muy especializados.
Así pues, el mapa de los trastornos mentales más comunes en la población mexicana.