Hace 40 años, el doctor Ricardo Plancarte Sánchez fundó la Clínica del Dolor del Instituto Nacional de Cancerología, la primera en su tipo. El especialista también es pionero en el manejo intervencionista del dolor crónico y las técnicas que ha creado le han dado la vuelta al mundo, permitiendo a los pacientes mejorar su calidad de vida.
“Es un sufrimiento innecesario el dolor crónico”, enfatiza Plancarte Sánchez en entrevista con Su Médico-EL UNIVERSAL. El especialista del INCan, quien encabeza el Comité de Expertos en Dolor Crónico, explica que se considera dolor crónico cuando el malestar sigue afectando al paciente después de 3 o 4 meses y si no responde a los tratamientos convencionales, ya sea farmacológicos o quirúrgicos.
“Ahí es cuando la Clínica del Dolor juega un papel importante en la paliación del fenómeno doloroso o en la solución, cuando existe la posibilidad de revertir la causa que haya generado ese dolor, y esto ahorra muchos recursos a las instituciones”, destaca.
Vivir con dolor crónico afecta todos los aspectos de la vida de una persona, por eso es fundamental que reciba un tratamiento integral. Plancarte Sánchez reconoce que aunque hay muchas unidades donde se brinda atención médica contra dolor crónico, son insuficientes, por lo que es esencial que haya más a nivel nacional. Sin embargo, señala que para mejorar el acceso a tratamiento también es necesario contar con más recursos.
“Clínicas del dolor que hay en el país, insuficientes”
P: ¿Cómo es una clínica del dolor? ¿Qué servicios ofrecen?
R: Una clínica del dolor es una área de la actividad asistencial de una institución. Tiene la función particular de ser un servicio de referencia, qué quiere decir esto, que las áreas primarias de la institución refieren los pacientes que tienen un sufrimiento, dolor crónico. En las unidades como la que fundamos en el Instituto Nacional de Cancerología se colabora de una manera interdisciplinaria y puntualizó lo interdisciplinario porque multidisciplinarias son generalmente todas las instituciones porque tienen una participación de diferentes disciplinas de la medicina, pero el reto es interactuar, el reto es intercambiar todos los beneficios que tiene cada una de esas disciplinas en pro del paciente. Esto a nivel institucional eso es un gran reto y cuando se logran avances en la interdisciplinariedad se beneficia mucho más al paciente, porque no se le retrasa la atención que demanda porque está sufriendo dolor crónico.
P: ¿Tendría que haber más clínicas del dolor en el país?
R: Por supuesto, esto a pesar de que ha venido creciendo desde hace muchos años. Fui uno de los fundadores de la Asociación Mexicana para Estudio y Tratamiento del Dolor que es un brazo de la organización más importante del mundo, que es la Sociedad Internacional para Estudio y Tratamiento del Dolor. Haciendo un diagnóstico de esta situación nos dimos cuenta de cuántas unidades de dolor había en ese tiempo y eran muy pocas. Actualmente a unos 30 años o más de que fue fundada siguen siendo insuficientes el número de clínicas del dolor que hay en el país, a pesar de que ya la Ley Federal de Salud dicta la necesidad de que las instituciones de salud públicas cuenten con una unidad de dolor y se le adiciona la obligatoriedad de los cuidados paliativos.
Se reconoce la necesidad de tratar los síntomas asociados al sufrimiento innecesario, porque es un sufrimiento innecesario el dolor crónico. Cuando nace el reconocimiento de que hay síntomas que no necesariamente son dolor y que hay que tratarse, se integran a esta operatividad los cuidados paliativos. Entonces hay muchísimas Unidades de Dolor y Cuidados Paliativos en el país, pero siguen siendo insuficientes.
Desafortunadamente, en nuestro país la concentración de los médicos de determinado nivel de capacitación buscan ubicarse en las grandes ciudades. En las pequeñas ciudades, y no se diga en comunidades, sigue habiendo una carencia de algólogos que es como se les denomina actualmente a los expertos en el estudio y tratamiento del dolor.
“El manejo del dolor crónico demanda recursos”
P: ¿Qué haría falta para subsanar estas carencias que todavía tenemos en México?
R: Hemos insistido en buscar recursos. No hemos alcanzado a generar una política de salud. El manejo, atención, estudio y tratamiento del dolor crónico demanda recursos y son los legisladores precisamente los que pueden modificar las leyes y en tanto no se modifique y no exista un rubro de recursos económicos asignados, siempre seguirán habiendo huecos de atención en todo el país, porque las unidades de dolor que existen derivan de que se hayan obtenido en las instituciones recursos de otras áreas, de otros servicios, no hay una independencia operativa.
Cómo podríamos avanzar más, pues precisamente en el reconocimiento de una política de salud. Ahora que ya se tiene un diagnóstico situacional, estudios de prevalencia del dolor crónico, estudios que evidencian los grandes costos del sufrimiento de este fenómeno innecesario. Porque hay dolor necesario hay dolor útil y hay dolor inútil. El dolor es una alarma de que algo está en desorden en nuestro organismo, nos alerta para tratar y corregir ese desorden, pero el dolor crónico, el dolor bajo de espalda, el dolor de neuropático el dolor del trigémino o el dolor por cáncer, esos son dolores inútiles esos a veces son secuelas de una circunstancia que se vivió y lo que hay que hacer es tratarlo palearlo controlarlo para reducir el sufrimiento y por eso se requiere que exista una política.
P: Usted es pionero en el manejo intervencionista del dolor crónico, ¿cómo estamos en México también en en esta en esta forma de de controlar el dolor crónico de un paciente?
R: Existe para tratar el dolor crónico recursos farmacológicos, no farmacológicos y el manejo intervencionista. ¿Qué es el manejo intervencionista? Bueno, el manejo intervencionista del dolor crónico consiste en la interrupción del camino del dolor mediante métodos muy diversos, no a través de una cirugía tradicional abriendo el organismo y llegando a una parte del sistema nervioso y cortando, no sino a través de la introducción de electrodos o de catéteres percutáneamente a través de agujas y también de implantación de algunos dispositivos especiales para estimular el sistema nervioso que es el que lleva el dolor.
No existen dolorímetros confiables para toda la población, entonces lo que es objetivo se vuelve subjetivo, hay que creerle al paciente que está sufriendo que tiene un dolor y el dolor de uno no es el mismo que el dolor del otro, aunque padezcan la misma patología. Entonces la interrupción del sistema por el que transita el dolor, la señal que lleva el dolor, puede ser interferida por el método intervencionista del dolor, podemos bloquear el camino interrumpir y controlarlo.
Hay métodos muy efectivos que han evidenciado totalmente su alcance del control del dolor, aunque no se modifique la causa, eso es muy importante. La causa hay muchas de las ocasiones no se pueden modificar porque ya es una secuela, pero se puede interrumpir el sistema mediador del dolor y ese es el manejo intervencionista.
Yo tuve la oportunidad de diseñar técnicas que han sido bien aceptadas por la comunidad internacional, las publicamos en revistas de muy buen impacto internacional y han sido reconocidas. Particularmente técnicas como las que interrumpen el dolor mediado por el sistema simpático.
P: ¿Cómo se siente con estos logros?
R: Realmente yo creo que la mejor retribución para un médico es el alivio del dolor del paciente y que ese recurso que está uno proponiendo sea repetido en otras latitudes de otros países. Entonces me llena mucho de satisfacción cuando veo el interés que tienen otras generaciones, otros centros hospitalarios, en utilizar los recursos del manejo intervencionista que nace aquí en nuestro país y que está pues ayudando a una importante cantidad de de pacientes que sufren.