La historia de la Bella Durmiente relata como el beso de su príncipe azul podría despertarla de su sueño y hoy te contaremos una historia de la vida real que habla de todo lo contrario e indica que un beso podría matarla ya que padece una enfermedad rara.
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Caroline Cray Quinn, es una joven de 25 años, de Boston, Massachusetts, que padece una rara enfermedad ya que un simple beso en la boca podría costarle la vida.
¿Cuál es la enfermedad rara que podría costarle la vida a Cray Quinn?
Quinn tiene el síndrome de activación de mastocitos (MCAS, por sus siglas en inglés), una enfermedad rara que únicamente afecta a solo una de cada 150 mil personas.
La enfermedad que padece Quinn es una patología en la que los mastocitos del sistema inmunológico se activan excesivamente, liberando sustancias que causan síntomas en la piel, digestivos, respiratorios, cardiovasculares y neurológicos.
El diagnóstico de esta enfermedad es complicado, ya que generalmente requiere de la intervención de especialistas y pruebas específicas como análisis de sangre y biopsias.
No hay cura para esta enfermedad, pero el tratamiento se enfoca en manejar los síntomas y prevenir la crisis con antihistamínicos, estabilizadores de mastocitos y corticosteroides.
Quinn lleva una vida con muchas reglas
Por su padecimiento Quinn lleva una vida con muchas reglas ya que incluso besar a una persona que antes comió alimentos a los que es alérgica podría desencadenar una reacción peligrosa.
Quinn ha tenido que desarrollar una serie de reglas estrictas para su pareja, "para que alguien me bese, no puede comer nada tres horas antes. Tampoco pueden comer ninguno de mis seis principales alérgenos anafilácticos que son: cacahuate, nueces, sésamo, mostaza, mariscos o kiwi 24 horas antes de besarme”.
Además, su pareja tiene que lavarse los dientes antes de besarla, Quinn relata que el hombre con el que tiene una relación cumple con todas las reglas para poder besarla. Sin embargo, en el pasado pasó hasta dos años sin besar a alguien por su padecimiento.
“Para evitar la enfermedad y sus síntomas, evito los desencadenantes como la comida, la piel de los animales, el moho, el polvo, el calor y ciertos olores”.
A pesar de los peligros que representa la enfermedad, no solo en su relación amorosa y la intimidad, sino también para su vida en general, Quinn no se obsesiona y no se limita a no salir de su casa.
“Soy muy alérgica a los perros y a los gatos, y técnicamente es un riesgo para mí salir de casa o ir a la playa. Pero no voy a dejar de hacerlo solo porque tengo miedo del peor de los casos”.
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