De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el uso de sustancias psicoactivas siempre implica un grado de riesgo de sufrir consecuencias adversas sobre distintos órganos y sistemas, las cuales pueden darse en el corto plazo, como en el caso de la intoxicación, así como a largo plazo.
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En el marco del Día Internacional contra el Tráfico Ilícito y Abuso de Drogas que se conmemoria cada 26 de junio, te compartimos algunas de las implicaciones que tienen a la salud mental y a qué espacios puedes acudir para recibir apoyo.
Las sustancias psicoactivas están compuestas por diversos componentes naturales o sintéticos, que actúan sobre el sistema nervioso generando alteraciones en las funciones que regulan pensamientos, emociones y el comportamiento.
Aunque en el mundo existen regulaciones para el control y fiscalización del uso de sustancias, como las de uso recreativo (alcohol o el tabaco); las de uso farmacológico (tranquilizantes o analgésicos opiáceos); de consumo general (solventes industriales), así como sustancias consideradas ilícitas y de uso autorizado con fines médicos o de investigación (como la cocaína y sus derivados), lamentablemente aún se corre el riesgo de distribuirlas de forma ilegal, en especial entre la población joven.
De acuerdo con Ever Geram Melo Olivares, licenciado en psicología y próximo maestro especialista en psicología de las adicciones por la UNAM, el trastorno por consumo de sustancias es un problema de salud pública que tiene consecuencias tanto físicas como psicológicas en quienes las consumen, así como en las personas que rodean a la que presenta el trastorno.
El fenómeno del consumo en México, contrastado con reportes mundiales, señala que la tendencia en el consumo de sustancias ha ido en aumento. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) 2016, se conoce que al menos el 10.3% de personas entre 12 y 65 años han consumido una sustancia alguna vez en la vida.
“Esto haciendo cruce, por ejemplo, con algunos datos que tenemos en encuestas mundiales, es que en el mundo por lo menos el 5.5 %, de la población entre 15 y 64 años hasta 2021 ha consumido alguna vez alguna sustancia en la vida y 13% de estas personas han desarrollado algún tipo de trastorno por consumo de sustancias”, detalla Geram Melo.
El impacto psicológico viene desde el nombramiento del problema
“Creo que el impacto psicológico viene desde cómo nombramos este fenómeno. Actualmente el término ‘adicción’ suele ser estigmatizante para las personas que llegan a desarrollar algún tipo de trastorno por consumo de sustancias”, señala el especialista.
Actualmente, los manuales psiquiátricos como el Manual DSM 5 (Libro de Asociación Estadounidense de Psiquiatría) o el CIE-11 (Clasificación Internacional de Enfermedades, 11.a revisión) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya no utilizan el término ‘adicción’, ahora el término correcto es ‘trastorno por consumo de sustancias’, dado que para las personas que padecen algún tipo de trastorno de este tipo nombrarles como ‘adictas’ o ‘adictos’ tiene una carga sí de enfermedad, pero también una carga social negativa con respecto a la etiqueta.
“Lo mismo sucede, por ejemplo, con el término de ‘drogas’, pues suelen utilizarse términos más específicos como por ejemplo ‘sustancias psicoactivas’. Todas ellas van direccionadas al estigma que existe dentro del campo del consumo de sustancias, entonces el impacto psicológico tiene muchas facetas”, enfatiza Geram Melo.
¿Cuándo se considera que alguien tiene un trastorno por consumo de sustancias?
El trastorno por consumo de sustancias no es algo que ocurra de un día para otro, se trata de un proceso que deteriora diversos aspectos de la persona que tiene el trastorno. Uno de los más significativos es el deterioro del control que se tiene sobre el consumo de una o varias sustancias psicoactivas “puedes ir a una fiesta, tomar unas cuantas cervezas, regresas a casa y ya está, pero cuando una persona ya no tiene tan claro su consumo es una primera alerta”.
Otra característica es el deterioro social, es decir, la persona empieza a perder control no solo de la cantidad de sustancias que consume, también puede dejar de frecuentar a sus círculos sociales como antes o afectarlos por este motivo.
Lo anterior se debe a que las sustancias cambian o modifican la estructura biológica del cerebro al igual que algunos otros órganos, modificando la forma en cómo nos comportamos, cómo sentimos y las cosas que hacemos. Por otro lado, Geram Melo señala que existen dos conceptos claves para que haya un trastorno por consumo de sustancias: tolerancia y dependencia.
La tolerancia se refiere al uso incrementado de la sustancia, pues para tener los mismos efectos que se tenían al principio, se necesitan cada vez dosis más altas. Por su parte, la dependencia tiene que ver con que las personas necesitan estar en contacto con las sustancias para llevar a cabo las actividades que llevan cotidianamente, porque de lo contrario se pueden llegar a sentir mal físicamente. A esto último se le conoce como síndrome de abstinencia.
Además de las características anteriores, hay algunos factores que nos predisponen a que sea mucho más probable que desarrollemos un trastorno por uso de sustancias, como suelen ser los factores genéticos; los factores ambientales, es decir, qué tanta disponibilidad y acceso tiene una persona a dichas sustancias en los lugares que viven o frecuentan; los factores estresantes, como eventos traumáticos. Incluso las redes sociales juegan un papel importante y sin precedentes en la actualidad.
“Todos estos factores que impactan o que aumentan la probabilidad de desarrollar un trastorno por consumo de sustancias, afectan las esferas de las personas en términos laborales, sociales, económicos, jurídicos, familiares y emocionales”, puntualiza Melo.
Recibir y pedir ayuda para reducir el impacto por consumo de sustancias
En el país, existen centros de apoyo para las personas que viven con algún trastorno por consumo de sustancias y desean por cuenta propia o con ayuda de sus familiares y amigos tratar este problema.
Por un lado, existen los Centros de Integración Juvenil (CIJ) que forman parte de una asociación civil mexicana, incorporada al Sector Salud, que cuenta con más de 50 años de experiencia en la prevención, tratamiento y rehabilitación de las conductas adictivas y otros problemas de salud mental, como describen en su portal.
“Esta institución se encuentra a lo largo de todo México y se encarga de brindar información para la prevención de consumo de sustancias, así como tratamiento y rehabilitación. También esta institución se encarga de realizar investigaciones en materia de adicciones y de formar a profesionales que atiendan esta problemática”, comparte Geram.
Por otro lado, en la CDMX se encuentra el Instituto para la Atención y Prevención de las adicciones (IAPA), que cuenta con diferentes sedes dispuestas por toda la ciudad a los que se les denomina como NUBES, que por sus siglas se refieren a Núcleo Urbano de Bienestar Emocional (NUBE).
Estos centros se encuentran distribuidos en distintas partes de la ciudad, te compartimos a continuación las direcciones:
- NUBE Centro Histórico - Perú 88 Piso 4, Centro Histórico, Cuauhtémoc
- Clínica de Salud Mental NUBE Tláhuac
- NUBE UNISA, Vasco de Quiroga 1345, Sta Fé, Álvaro Obregón, 01210 Ciudad de México
- NUBE NORTE, Jaime Nuno 155, Cuautepec Barrio Bajo, Gustavo A. Madero
- NUBE UACM Tezonco, Prolongación san Isidro #151, San Lorenzo Tezonco, Iztapalapa C.P. 09790
Además de estos centros, quienes son alumnas o alumnos de la UNAM o externos, pueden acudir al Centro de Prevención en Adicciones "Dr. Héctor Ayala Velázquez" de la Facultad de Psicología donde también se brinda atención psicológica, por consumo de sustancias o por cualquier otro padecimiento relacionado a algún trastorno o algún malestar psicológico.
Por último, Geram Melo Olivares resalta la importancia de cuidar la salud mental de las personas que llegan a tener un trastorno por consumo de sustancias. En muchas ocasiones las personas dejan en un plano “mágico” la atención psicológica, haciéndola menos en comparación con las enfermedades físicas.
Por ello, conocer que existen espacios para la atención especializada y segura para personas con algún trastorno por consumo de sustancias. Incluso muchas personas desconocen que son merecedoras de un tratamiento y atención psicológica como parte de una atención integral de su salud.
Así mismo, debemos de tomar en cuenta que también existe un modelo de salud mental de riesgos y daños que tiene que ver con aquellos elementos que están implicados en el trato con las personas que no desean dejar de consumir. En estos casos, de acuerdo con Geram Melo, se les brinda herramientas, habilidades, insumos y acciones que estén direccionadas a reducir los riesgos relacionados al consumo de sustancias sin que sean intrusivas con respecto a la decisión que tienen algunas personas de seguir consumiendo.
“Las personas deben tener en cuenta que hay muchos factores que están implicados para que una persona desarrolle un trastorno por consumo de sustancias y que estamos hablando de una enfermedad en la cual podemos ser partícipes todas y todos para el bienestar de la persona que está sufriendo el malestar con respecto al consumo”.
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