En el contexto de la medicina la IA puede brindar apoyo en diversas áreas, como el análisis de conjuntos de datos clínicos para la determinación de patrones epidemiológicos en una población, en el análisis de considerables flujos de imágenes diágnósticas como las resonancias magnéticas o las tomografías computarizadas, prestando ayuda a los profesionales de la salud en el establecimiento de diagnósticos oportunos.
Además ha brindado grandes mejoras en la realización de cirugías de mínima invasión, que, mediante el uso de robots quirúrgicos, ha permitido la mejora de la precisión, la eficiencia y el tiempo de recuperación de pacientes, que sumado a la capacidad de aprendizaje que destaca a la IA, de datos en tiempo real, permite la mejora en la capacidad de respuesta ante situaciones adversas presentadas durante la cirugía. Elementos que sin duda redundan en beneficios para la recuperación de los pacientes.
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Otro de los beneficios que brinda la IA en sus usos como herramienta de apoyo en la atención de la salud es en la implementación de los Healthbots, permitiendo una interacción expedita entre los servicios de salud y los pacientes, proporcionando asesoría en salud, y en casos relevantes, la correcta canalización ante emergencias reales y/o sentidas, que se adhiere al esfuerzo colectivo por mejorar el acceso universal a la atención médica en áreas de difícil acceso o con recursos limitados.
Límites y alcances éticos de la IA en la salud
Sin duda son cuantiosos los beneficios de la implementación de la IA en los procesos de atención en salud, sin embargo, resulta urgente el análisis de los límites y alcances éticos de su aplicación en salud.
La responsabilidad por los errores cometidos por la IA en el diagnóstico, tratamiento y demás usos médicos que puede tener, es una cuestión compleja en la que intervienen diversos factores, como el tipo de error, el contexto en el que se utilizó la IA, los límites y alcances tecnológicos, la supervisión y operatividad de la misma. Es importante no perder de vista que también es susceptible de responsabilidad el equipo desarrollador de la IA, siempre que se establezca que el error se debió a una falla u omisión en el diseño o la programación de la tecnología.
El uso de IA en la atención de la salud no erradica la responsabilidad del médico en la toma de decisiones clínicas. Si bien la IA puede proporcionar información valiosa para ayudar en el diagnóstico, sigue siendo responsabilidad del médico tomar la decisión final sobre el diagnóstico y el tratamiento del paciente. Lo que permite reafirmar que esta tecnología no es más que una herramienta de apoyo al ejercicio médico.
La práctica médica implica diversos aspectos que trascienden la toma de decisiones basada en datos y la interpretación de resultados de análisis clínicos. Es fundamental la interacción con los pacientes para comprender el panorama integral de las historias clínicas, realizar exámenes físicos, ofrecer apoyo emocional, explicar los diagnósticos y las propuestas de planes de tratamiento, sin dejar de lado la inmediatez con la que se deben tomar decisiones dilemáticas en situaciones complejas.
Sumado a ello, la IA carece de la capacidad de empatía, compasión y benevolencia, elementos que resultan relevantes en el ejercicio médico y le permiten una comunicación efectiva con los pacientes y sus entornos, Los profesionales de la salud no solo ofrecen conocimientos técnicos y experiencia, también proporcionan el cuidado humano y personalizado que no puede ser replicado por la tecnología.
A modo de ejemplo, el consentimiento informado, puede ser otro de los aspectos relevantes de la medicina en donde la IA incursiona, toda vez que brinda apoyo en la presentación de la información clara y comprensible a los pacientes para que ellos puedan tomar una decisión informada sobre aceptar o no el procedimiento médico.
El consentimiento informado requiere de un ejercicio interpretativo de ambas partes a fin de garantizar la compresión plena de procedimiento médico a realizar. Además del manejo de datos, el Consentimiento Informado, implica la adecuada aplicación de la proporcionalidad en el manejo del discurso que permita la adaptación de los ejemplos y explicaciones en función del contexto sociocultural del paciente. Por lo tanto, la IA puede ayudar a facilitar el proceso, pero no puede reemplazar la necesidad de la comunicación interpersonal entre el paciente y el profesional de la salud.