Una de cada 10 personas tiene dermatitis atópica (DA), lo que la convierte en la enfermedad de la piel más frecuente en todas las edades y en todos los países. En la familia extendida de cada uno de nosotros hay, al menos, una persona con DA. Conviene conocer sus síntomas, comportamiento y manejo, así como las señales para acudir al dermatólogo cuanto antes.
Nuestra piel mantiene en el cuerpo la cantidad de agua necesaria para que funcionemos bien, tanto en el desierto como en una alberca; permite que mantengamos la temperatura adecuada, sea en el invierno o en el verano; nos protege de los gérmenes, la radiación solar y de los objetos que nos pueden lastimar; produce vitamina D, y nos permite comunicar afectos cuando nos damos la mano o nos abrazamos.
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Para que la piel cumpla con todas estas funciones se requiere las células de la capa más superficial (epidermis) estén colocadas de manera ordenada, como si fueran ladrillos, y que los espacios entre y sobre dichos ladrillos estén sellados con “cemento” formado por grasas y proteínas que naturalmente producen estas mismas células.
En quienes padecen DA, esta pared de ladrillos y cemento es defectuosa, por lo que permite que los gérmenes y las sustancias irritantes, como polvo, pólenes, detergentes o alimentos, alcancen a las células inmunológicas que están en la epidermis para generar inflamación y comezón.
A cualquier edad se puede padecer DA, pero es más frecuente en los menores de un año de edad. La DA es una enfermedad causada por la suma de algunos factores genéticos y ambientales.
¿Qué causa la dermatitis atópica?
Los factores genéticos incluyen: menos producción, desde el nacimiento, de grasas y proteínas protectoras de la piel, mayor sensibilidad del sistema de defensas (por lo que con estímulos pequeños se produce inflamación importante), y asociación con algunas enfermedades alérgicas como asma, rinitis alérgica o alergia a alimentos.
Los factores ambientales incluyen: baño con jabones agresivos (neutros, con color, perfume, de lavandería, o antibacteriales), con fricción (estropajo, zacate, esponja o trapo), ambientes secos y fríos, y estrés emocional.
La DA ocurre por brotes, en los que la piel de las áreas afectadas se pone roja, seca y con pequeños puntos levantados, con mucha comezón.
Puede aparecer en los pliegues: párpados, cuello, delante de los codos, o atrás de las rodillas, pero también en las mejillas, la espalda, la cintura, los pezones, las axilas o las ingles. La DA interfiere con el sueño y con las actividades diarias de quienes la padecen, sean niños, adolescentes, adultos o personas mayores.
¿Cómo se debe tratar la dermatitis atópica?
En virtud de que la DA ocurre por falta de grasas y proteínas en la superficie de la piel, junto con inflamación, el tratamiento adecuado es:
- aplicar cremas emolientes, blancas, sin perfume, líquidas o sólidas, varias veces al día, en toda la piel, particularmente en las lesiones
- limpiar la piel con un sustituto de jabón, gentil, sin friccionar la piel, y
- usar sólo por prescripción médica: medicamentos en crema, tomados o inyectados, para disminuir la inflamación y la comezón
- evitar los irritantes específicos, determinados por el especialista
- no aplicar ningún otro tratamiento distinto de los indicados por el especialista.
Los especialistas en el tratamiento de la DA somos los dermatólogos, dermatólogos pediatras, alergólogos y alergólogos pediatras. Cabe recordar que los medicamentos en crema también son de prescripción médica, ya que el tratamiento se debe ajustar a las necesidades de cada persona.
Las cremas que se venden sin receta que contienen esteroide, medicamentos contra los hongos y antibióticos, no se deben aplicar en las lesiones de DA (ni en ninguna otra enfermedad de la piel), ya que disfrazan las señales de las enfermedades, adelgazan la piel, e incluso ocasionan, en los niños, hipertensión, disminución de la capacidad de defensa contra las infecciones, alteraciones del crecimiento y del metabolismo de los carbohidratos.
La dermatitis atópica causa brotes, pero se pueden controlar
Aun cuando la DA sea una enfermedad que cursa con brotes, con el tratamiento adecuado los brotes duran menos y cada vez son menos frecuentes, la comezón disminuye y desaparece, el sueño es más reparador, el riesgo de tener infecciones agregadas que pueden incluso amenazar la vida, es menor, etcétera.
Una vez que se recibe el tratamiento adecuado con cremas emolientes, dermolimpiadores gentiles, y el tratamiento prescrito por el médico, la piel de quien padece DA debe mejorar paulatinamente: en dos a tres días la comezón disminuye notablemente y en dos a tres semanas, la piel luce mucho mejor.
De no haber mejoría: puede tratarse de otra enfermedad de la piel, o puede requerirse ajustar el tratamiento, en todo caso, se requiere volver con el especialista para que se tomen las medidas pertinentes.
La piel es el órgano que nos limita y al mismo tiempo nos comunica con otros. Las canciones y poemas dedicados a la piel reflejan lo importante que es.
La DA puede comprometer la vida y la calidad de vida de las personas. Detectarla a tiempo, acudir con el especialista adecuado y tratarla adecuadamente permite que quien tiene DA desempeñe su vida igual que otras personas, sin malestar con la mejor calidad posible.