La memoria es una de las facultades más impresionantes de nuestro cerebro, puesto que los recuerdos nos otorgan identidad y sustento a nuestras creencias.
El acervo de la memoria no es un simple archivo de datos. Por el contrario, es un sistema vivo y dinámico influenciado por nuestras emociones. Las experiencias que generan una fuerte carga emocional (sea positiva o negativa) tienen más probabilidades de quedar grabadas de forma duradera en nuestra mente.
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Incluso, los recuerdos tienen múltiples dimensiones: afectiva, temporal, espacial, política y sensorial. Recordamos con gran detalle el día que recibimos una noticia importante, un accidente o un momento de felicidad intensa, mientras que eventos rutinarios se desvanecen rápidamente, ¿a qué responde esta selectividad de recuerdos?
Aquí en Sumédico te contamos los caminos de la memoria.
¿Por qué recordamos de manera imperfecta?
Pocos casos han sido documentados de memoria fotográfica, capaces de documentar cada detalle con su cerebro. La mayoría de las personas tenemos un límite.
La amígdala es el órgano clave para esta función, una estructura cerebral que actúa cuando percibe una experiencia significativa, activa al hipocampo (encargado de consolidar recuerdos) y detona hormonas como la adrenalina y el cortisol, que refuerzan las conexiones neuronales asociadas a ese momento. Por ello, un olor, sabor, o múltiples sensaciones pueden ayudar a la mente a recordar.
La activación emocional fortalece las huellas de memoria, lo que facilita su recuperación incluso años después. Sin embargo, esta misma intensidad emocional puede distorsionar los detalles, haciendo que el recuerdo sea más vívido pero no necesariamente más preciso.
Según la psicóloga Susan Krauss, los recuerdos comienzan a ser recuperables ocurre cuando los niños desarrollan la autoconciencia.
"Los recuerdos tempranos también se recortan para dejar espacio para nuevas “representaciones más pertinentes al funcionamiento en el entorno actual del organismo”. En otras palabras, recuerdas solo lo que necesitas recordar, en lugar de todos los incidentes triviales que iban y venían", señala la especialista para el medio especializado Psychology Today (PT).
La emotividad de la memoria es un mecanismo natural que nos permite priorizar lo que más importa para nuestra supervivencia y bienestar.
"El hecho es que, independientemente de si son precisos o no, los eventos se pueden entender desde el punto de vista de su sentido de identidad: Estos son los eventos que son fundamentales para la crónica de la historia de tu vida, y a medida que reflexionas sobre ellos a lo largo del tiempo, también los revisas a medida que evoluciona la historia de tu vida", sentencia Krauss.
La emotividad puede ayudarnos a aprender de experiencias y dar sentido a nuestra historia personal, también puede reforzar recuerdos dolorosos que afectan el bienestar. Técnicas como la terapia cognitivo-conductual o la exposición controlada pueden ayudar a manejar memorias emocionales negativas.
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