El 17 de mayo se cumplieron 34 años desde que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de la lista de Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).
Este avance fue el fruto de una larga lucha de los colectivos LGBTIQ+ por los derechos de las personas homosexuales que también en 1973 logró que la Asociación Norteamericana de Psiquiatría retirara la homosexualidad como trastorno de la sección “Desviaciones sexuales” de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-II).
Ahora, cada 17 de mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. Pese a que la conmemoración es celebrada por más de 130 países actualmente, el Ministerio de Salud (Minsa) de Perú publicó el viernes 10 de mayo un decreto que hace retroceder al país en la lucha contra la discriminación de las personas LGBTIQ+ al clasificarlas con problemas de salud mental por sus identidades.
Tras un mes y medio de olas de rechazo y protestas por colectivos LGBTIQ+, el Minsa decidió retirar el travestismo y la transexualidad de la lista oficial de trastornos mentales de todos los servicios de salud públicos y privados del país, informó Salud con Lupa.
Aunque se logró retirar el decreto en poco tiempo, éste removió discursos de odio en redes sociales no sólo en Perú, también en México, el segundo país de Latinoamérica con más trans feminicidios registrados, que apoyaban que las personas trans fueran consideradas como personas con un trastorno mental, mostrando la violencia sistemática que prevalece y afecta física y mentalmente las identidades diversas.
Ser clasificada como persona con trastorno mental y sufrir mentalmente por ello; una doble victimización
“Yo no elegí ser quien soy de un día para otro…yo siempre supe que era una mujer. Eso por supuesto que me ha costado mucho mi salud mental; a diferencia de lo que muchas personas puedan opinar, yo digo ‘soy una mujer’”, comparte África, mujer trans que hace casi 10 años comenzó su tratamiento hormonal e intervención quirúrgica para sentirse plena consigo misma.
Ella forma parte de más de cinco millones de personas que se identifican como LGBTIQ+ en México, y del 34.8 % de la población transgénero y transexual registrada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2021.
Para ella ha sido importante defender su proceso, mismo que en diversos momentos de la vida le costó su salud mental, pues no solo ha tenido que recibir apoyo profesional y tomar terapia, socialmente enfrentó discursos que la tacharon en su momento de ser una persona con algún trastorno por su identidad.
“La verdad es que, a nosotros, a nosotras como personas trans lo que más nos afecta realmente es la sociedad, la forma en la que los demás nos ven y el hecho de que ellos mismos nos hacen creer que no somos normales, que estamos mal, pero finalmente es algo que no decidimos, o sea, es un proceso en el que te vas dando cuenta de quién eres, que existe en ti y no es malo”.
¿Quiénes son las personas trans?
Una persona trans se refiere, aunque de forma no excluyente, a quienes tienen una identidad, expresión o conducta de género diferente del sexo asignado (con base en los genitales) al nacer.
Este concepto contiene a quienes se autoidentifican como transgénero, transexuales, travestis, género queer, agénero, variantes de género, no conformes con el género, o con cualquier otra identidad de género que no cumpla con las expectativas sociales y culturales con respecto al mismo, detalla Ciencia UNAM.
Las identidades trans no son sinónimo de un trastorno mental
El género y el sexo son dos constructores básicos de la vida social de las personas incluso mucho antes de nacer. El primero se refiere a las ideas y los comportamientos que definen a las mujeres y a los hombres, lo que se espera socialmente de cada quien según la época y el lugar donde se vive. En cuanto al sexo, este se refiere a los cuerpos sexuados de las personas; a las características biológicas (genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas) a partir de las cuales las personas son clasificadas como mujeres u hombres al nacer.
Se trata de dos dimensiones de la vida que la sociedad carga de mucha importancia, por eso, cuando alguien se acerca a personas que no corresponden con la norma impuesta, la sociedad las discrimina, rechaza, problematiza y etiqueta, como en el caso de las personas con trans, que muchas veces son señaladas de tener algún “trastorno mental”. Pero, ¿qué es un trastorno mental y por qué las personas de la diversidad no deben considerarse como tal?
Desde la psicología podríamos decir que ha habido distintos procesos a través de los cuales se ha tipificando qué es lo que se considera o no adecuado en términos del desarrollo mental de las personas y el desarrollo de su personalidad.
Estos procesos han llevado a que identifiquemos cuál es la norma y aquello que se ajusta a las expectativas que cada sociedad tiene y cuáles son las personas que están fuera de ellas, señala Gloria Careaga, maestra en psicología social, profesora de la Facultad de Psicología en la UNAM y defensora de derechos de las personas que son discriminadas por su sexualidad o por su género en la Fundación Arcoiris para Su Médico.
En este sentido, la especialista puntualiza que los trastornos mentales tienen que ver con la tipificación que se ha hecho de quienes no responden a la norma establecida por la sociedad o que pueden alterar la convivencia social.
Algunos teóricos han considerado que los trastornos mentales son resultados de procesos de alteraciones en el cerebro o en la química de las personas, otros lo consideran más como alteraciones que sufre la persona a través de distintas etapas de su vida. Sin embargo, la ciencia, cada vez más avanzada, ha ampliado la diversidad en el comportamiento y en el ser mismo de las personas.
“Las personas estábamos muy sujetas a ciertas normas que nos restringían en el reconocimiento de quienes somos. Afortunadamente cada vez se reconoce más que la vida y la expresión de las personas es mucho más amplia de lo que antes consideraban y que mucho de lo que antes se identificaba como ‘anormal’, pues ya está fuera de esas categorías, como ha sucedido con la orientación sexual o con las identidades de género donde entran las personas trans”, enfatiza Gloria Careaga.
Discriminación y rechazo persisten
La OMS eliminó hace 34 años la homosexualidad de la lista de Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). No obstante, la discriminación y rechazo social persisten.
La especialista Careaga señala que la identidad es un proceso muy complejo en el que las personas reconocen quiénes son. “Cada persona tiene su propia definición de quién es; estas valoraciones de cuáles son las dimensiones a las que les damos más importancia van a estar determinadas por el contexto social en el que nos desarrollamos”.
Por su parte, el Oficio del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que, por años, los diagnósticos de salud mental han sidomal utilizados para patologizar identidades de personas con diversidad sexual y de género. En 2017, el Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la salud declaró que “reducir las identidades trans a enfermedades agrava el estigma y la discriminación”.
Por ello, en 2019 la Asamblea Mundial de la Salud aprobó la undécima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), que eliminó las categorías relacionadas con las personas trans del capítulo de trastornos mentales y del comportamiento. La revisión fue un paso importante para garantizar que las personas trans puedan vivir libres de violencia y discriminación. No obstante, los discursos de odio siguen arraigados.
Las redes de apoyo para cuidar la salud mental de las personas trans son escasas
La especialista en derechos de las personas de la diversidad, Gloria Careaga, enfatiza que el apoyo, sobre todo en la infancia de las personas trans, tiene que ver mucho con el apoyo y el acompañamiento a los padres de familia, porque desde su experiencia, las chicas y chicos trans adultos que tuvieron apoyo emocional y reconocimiento familiar tienen todas las posibilidades para desarrollarse.
Careaga asegura que han sido las organizaciones sociales de la misma comunidad LGBTIQ+ o los mismos padres y madres organizados quienes de una u otra manera intentan darle soporte emocional a sus infancias y adolescencias trans pero, lamentablemente, no es suficiente para protegerles de la incomprensión generalizada de una sociedad que cuenta con una lógica binaria de lo que tiene que ser un hombre y una mujer.
La ONU señala que las personas trans viven en su mayoría exclusión y marginación sistemática; a menudo son acosadas en la escuela, rechazadas por las familias que no las comprenden, expulsadas a la calle provocando vidas precarias, sin acceso a empleos y una buena atención de salud.
Cuando son personas de color, pertenecen a minorías étnicas o son migrantes. Incluso para ejercer su derecho al reconocimiento ante la ley, las personas trans y de género diverso son a menudo víctimas de violencia en los centros de salud, como evaluaciones psiquiátricas forzadas, cirugías no deseadas, esterilización u otros procedimientos médicos coercitivos, a menudo justificados por clasificaciones médicas discriminatorias.
Por lo anterior, es importante señalar que durante mucho tiempo la patologización de las personas trans ha tenido un impacto significativo en las políticas públicas, en la legislación y en la jurisprudencia, cubriendo todos los ámbitos de la acción estatal en el mundo y en la conciencia colectiva.
Erradicar de la vida cotidiana la concepción de algunas formas de género como una patología será un proceso más largo que requerirá nuevas medidas para ello.
“Todo este tema que pasó con Perú-comenta África- pienso que sí levantó discursos trans odiantes en muchos lados. Aunque el gobierno de este país ya retiró la iniciativa de considerar a las personas trans como ‘enfermas mentales’ lo único que hizo fue decir en voz alta lo que muchos piensan y ese es el problema, le dio voz a las personas que ya piensan que justamente tenemos un problema mental”.
Medidas ideales en la búsqueda de la salud mental de las personas trans
Las Naciones Unidas señalan que los gobiernos deben adoptar medidas proactivas como campañas de educación y sensibilización para eliminar el estigma social asociado a la diversidad de género de manera efectiva y poderosa.
También deben brindar acceso a servicios de salud pública de buena calidad e información relacionada con la salud a las personas trans y considerar la posibilidad de establecer la prestación de atención para la afirmación del género como una obligación del Estado que no depende de un diagnóstico.
En el caso de México, es importante señalar que existe la Unidad de Salud Integral para Personas Trans (USIPT) que se inauguró el 1 de octubre de 2021 con el propósito de contribuir a la promoción, atención e inclusión de la población Trans en los Servicios de Salud Pública de la capital.
También se cuenta con las Clínicas Especializadas Condesa (Clínica Condesa en la alcaldía Cuauhtémoc y Clínica Condesa Iztapalapa en la alcaldía de Iztapalapa) donde se ofrece tratamiento integral y mental a personas con diagnóstico de VIH, mediante un modelo ambulatorio de atención médica.
Así mismo, el Senado de la República aprobó el 26 de abril de 2024 la reforma que prohíbe las terapias de conversión y sanciona con dos a seis años de cárcel a quienes las realicen. No obstante, la lucha por la inclusión y no discriminación de las personas trans continúa.
“La salud mental es muy importante, no solamente en las personas trans sino para el mundo en general. Somos personas que no queremos pasar desapercibidas, queremos ser vistas, respetadas y, sobre todo, queremos ser personas felices con nosotras mismas, con lo que somos, sin ser discriminadas por ello y arriesgamos la salud mental por eso”, puntualiza África.
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