El apetito desenfrenado suele darse más en hombres que mujeres, y aunque puede ocurrir a cualquier edad, es más frecuente cuando se es adulto joven o en mediana edad.
Comer, al igual que dormir, son dos actividades que además de ser necesarias para nuestro cuerpo, también generan bastante placer. Sin embargo, podríamos estar ante un problema cuando comemos más de lo necesario y parece que no estamos llenos.
Tener hambre y comer a todas horas puede ser más perjudicial de lo que parece, pues no solo nos genera angustia saber que estamos haciendo algo indebido y que no entendemos por qué pasa, también podríamos estar dañando a nuestro organismo.
Si eres de los que sufre por tener atracones de comida, o sientes que tienes hambre a todas horas, esta información podría servirte.
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¿Por qué no puedo dejar de comer? Las causas
En la mayoría de los casos un problema de atracones suele estar relacionado a problemas de tipo emocional, como la estrés, la ansiedad, o incluso a complicaciones más graves, como la depresión, problemas de dismorfia corporal o bulimia.
Desconexión emocional y corporal. Muchas veces las personas no tienen una conexión o entendimiento de su propio cuerpo, ni de sus emociones, por lo que puede ser que esa necesidad de comer en realidad esté provocada por otras razones como sed, o conflictos emocionales que no se han resuelto, como la soledad y necesidad de algo que llene un vacío interno.
Alimentación emocional. En este caso, la comida se usa como una forma de regular, arreglar o apaciguar nuestras emociones negativas. Esto se deriva, principalmente, por los estímulos cerebrales que ocasionan algunos alimentos, como la liberación de neurotransmisores de la felicidad al comer chocolate. También se le conoce como hambre emocional.
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Conflictos y frustración. Si ha ocurrido algo en nuestro entorno que nos ha causado molestia, es posible que encontremos un refugio en el placer que nos otorga la comida. Esto es, evidentemente, negativo, pues nos llevaría a un estado donde somos incapaces de regular nuestras emociones y encontramos bienestar solo comiendo.
Dietas restrictivas. Aunque suene extraño, las dietas demasiado estrictas tienen como efecto secundario un estado de hambre continuo, esto debido a que no nos hemos acostumbrado, o porque simplemente necesitamos hacer menor reducción de los alimentos.
Mala alimentación. Puede ser que nuestra hambre continua sea consecuencia de una dieta desordenada (sin horarios, saltándose comidas) y poco nutritiva. En dado caso, los antojos serían señales de aviso del cuerpo de falta de nutrientes o alimentos específicos.
También se cree que la genética, herencia o cambios en la química cerebral podrían ser responsables del hambre insaciable.
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¿Qué hacer para evitar los atracones?
Lo más importante es no mirar a la comida como un enemigo, pues alimentarse es tan necesario como respirar. Se requiere realizar una alimentación de tipo consciente, donde consideremos y demos su lugar a la comida, otorgándole su función de ser proveedora de los nutrientes, pero no como una fuente de placer o de catarsis emocional.
Acudir con un nutriólogo y un psicoterapeuta son dos de las acciones más recomendadas para solucionar los problemas de atracones.
Por un lado, nos recomendarán las mejores opciones y alternativas para comer de tal manera que nuestro cuerpo no tenga repercusiones, y por otro se nos ayudará a resolver las causas de tipo emocional, lo que ayudará en nuestra relación con la comida.
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¿Por qué evitar comer demasiado?
Si bien el cuerpo requiere de la comida para obtener nutrientes necesarios para funcionar, la realidad es que la comida en exceso puede ser más perjudicial de lo que parece.
En muchos de los casos, las personas que sufren de un hambre insaciable suelen elegir comida que no tiene un valor nutricional significativo, y por el contrario, tienen grandes cantidades de azúcares, grasas, y en general un alto índice calórico.
Como resultado, los atracones continuos, en exceso, y sin solución, podrían ser causa de problemas de salud como la Obesidad, Diabetes, Cardiopatías (problemas cardíacos), daños renales, entre otros.
(Con información de: Psicologia y Mente, Mejor con Salud, MedLine Plus)