Gloria, periodista de investigación enfocada en género, derechos humanos y corrupción, recuerda cursar los primeros semestres de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, cuando en abril de 2015 detectó los primeros síntomas de cáncer de ovario, cinco meses después de su cumpleaños número 20.
“Empezó a crecer mi vientre de una forma muy rápida, acelerada. Por un momento piensas que es normal, pero cuando detectas algo, como una bolita, empieza a ser inusual”, recuerda Gloria, una mujer de 28 años, complexión mediana de cabellos largos, rizados y castaños; rostro ovalado y tez clara.
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El cáncer de ovario tiene lugar cuando hay un incremento descontrolado de las células del ovario. Estas glándulas sexuales están formadas por 3 tipos principales de células: epiteliales, germinales y estromales. Cada una de estas puede desarrollar una clase distinta de tumor, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud.
Entre el 85% y el 90% de los cánceres epiteliales (CEO) ocurren en las células que recubren la superficie externa del ovario y tiene una incidencia del 95%, según la Secretaría de Salud del Gobierno de Puebla. “El cáncer epitelial es el más común y fatal. Se presenta en mujeres postmenopáusicas, entre los 50 y 60 años”, asegura el ginecólogo oncólogo Salim Abraham Barquet-Muñoz, adscrito al Instituto Nacional de Cancerología en entrevista para Sumédico.
Por otro lado, los tumores de las células germinales (CGO) ocurren en el 5% de los casos y afecta principalmente a adolescentes y personas jóvenes entre los 15 y 25 años. Es un cáncer con altos índices de recuperación.
En cuanto a los tumores estromales, estos representan el 1% de todos los cánceres de ovario y son los más raros, indica la Revista digital MedlinePlus de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Algunos de los síntomas más frecuentes del cáncer de ovario son distensión abdominal, sensación de saciedad posterior a comer; aumento en frecuencia para ir a orinar, dolor pélvico, y en algunas ocasiones sangrado anormal y pérdida de peso, detalla Muñoz.
En febrero de 2023, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó un comunicado donde señala que entre la población de mujeres y personas con útero de 20 a 29 años las principales causas de defunción por tipo de cáncer fueron el tumor maligno de cuello de útero, el tumor maligno de la mama y el tumor maligno de ovario, en ese orden.
Gracias a que los síntomas de Gloria fueron notorios, su diagnóstico fue oportuno, pues en junio de 2015 confirmaron que presentaba principios de cáncer de ovario y comenzó sus quimioterapias en septiembre del mismo año en el Instituto Nacional de Cancerología (INCan). Sin embargo, no todas las mujeres y personas con útero tienen esa posibilidad.
Diagnóstico tardío, principal causa de mortandad
El 70% de los casos de cáncer de ovario registrados en el país se diagnostican en etapas avanzadas debido a que los síntomas comúnmente son asociados con otros padecimientos que dificultan el diagnóstico oportuno, aseguró la ginecóloga, oncóloga Ana Cristina Arteaga Gómez, adscrita al servicio de Oncología del Instituto Nacional de Perinatología (Inper), en entrevista para la Secretaría de Salud.
En México se registran anualmente cerca de 5,000 casos de esta enfermedad oncológica, tres veces más letal que el cáncer de mama por diagnóstico tardío, negligencia médica o descalificación de los síntomas del paciente. Gloria no fue la excepción a estos tratos.
Por ser estudiante, la periodista hizo uso del seguro facultativo de la UNAM, que la remitió a una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Sin embargo, tras acudir a su primera consulta, comenta que nunca le hicieron ningún diagnóstico porque los especialistas asumieron que se trataba de un embarazo, y tampoco quisieron hacerle estudios médicos.
“Realmente si yo me hubiera quedado en el IMSS me hubiera muerto, porque descartaron hacerme siquiera estudios, no estaba la posibilidad del cáncer; yo no sabía que lo tenía en ese momento, pero ellos tampoco me lo quisieron diagnosticar”, asegura con enojo en la voz.
Lo mismo ocurrió en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Gloria recuerda ingresar al área de emergencias de esta institución después de sentir un fuerte dolor en el vientre parecido a un golpe de alto impacto que casi la tira. Pese a su estado de salud, los especialistas no quisieron realizarle ningún estudio y reiteraron que se trataba de un embarazo que no quería reconocer a sus padres. “No hubo una atención digna”, asegura.
Después de estas dos experiencias, por recomendación de un médico particular en su familia, Gloria se realizó estudios de “marcadores tumorales” para detectar la posible presencia de células cancerosas en su cuerpo. Al recibir un resultado positivo de parte de una ginecóloga particular, continuó con su tratamiento en el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) donde recibió quimioterapias preventivas por cuatro meses y fue programada para una cirugía de extirpación del cáncer.
“Me programaron una cirugía pronta porque el tumor estaba creciendo muy rápido. [...] Al momento de mi cirugía ya tenía un vientre como si fuera un embarazo de un bebé de seis o siete meses. El tumor tenía un tamaño de cuarenta centímetros de diámetro. Sí era una cosa muy grande”, recuerda.
Afortunadamente para Gloria, el cáncer no fue metastásico, es decir, las células cancerígenas no se diseminaron del lugar donde se formaron por primera vez y fue posible retirar el tumor por completo.
No obstante, la periodista mira atrás y describe que la joven estudiante de 20 años que era en ese entonces no solo tuvo que lidiar con el proceso de las quimioterapias y recuperación de la cirugía, también vivió un procedimiento de recuperación emocional. Sin él, asegura que habría sido imposible para ella continuar sus estudios y el tratamiento como lo hizo.
Atención psicológica, segunda línea de salud integral
El ginecólogo y oncólogo Muñoz señala que siempre debe haber atención psicológica o psiquiátrica en pacientes con cualquier tipo de cáncer: se trata de “una neoplasia que afecta la calidad de vida de las pacientes y requieren ayuda para sobrellevar esta afección. Adicionalmente se pueden sentir con inquietudes, deprimidas o como carga social”.
El Consejo General de la Psicología de España (INFOCOP) asegura que el cáncer, la depresión y la ansiedad comparten síntomas físicos similares como fatiga, disminución del apetito o falta de sueño, dificultando el reconocimiento de los posibles problemas de salud mental que tienen las y los pacientes de cáncer.
Al respecto, el doctor Oscar Galindo Vazquez del Servicio de Psicooncología del INCan señaló en el foro “Hablemos claraMENTE”, organizado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, la importancia del tratamiento psicológico durante y después del tratamiento oncológico para que las y los pacientes tengan una recuperación integral.
“Es importante que los pacientes reciban ayuda por parte de los servicios de Psiquiatría y Psicooncología desde el momento del diagnóstico y se les realice una valoración y un tamizaje de salud mental”, subrayó el experto.
Fue gracias a este proceso psicológico que Gloria pudo sobrellevar los síntomas secundarios de las quimioterapias, como la caída del cabello, y las ideas negativas sobre su estado de salud, pues le incomodaba sentir que la gente la trataba distinto por su diagnóstico. “Fue una situación muy difícil. Al perder el cabello tuve que usar peluca prácticamente medio año y era algo que no me agradaba mucho. Tenía que ir a la escuela a pesar de eso y sí viví algunas experiencias no tan buenas”, recuerda.
Pese a que actualmente se realizan esfuerzos para lograr un tratamiento integral que aborde el cuidado del cuerpo y la mente en pacientes con cáncer, el sistema de salud en México aún no está preparado para atender a cabalidad este tipo de enfermedades desde estas dos vertientes.
El cáncer no siempre significa muerte
Actualmente no existen campañas de información y tamizaje para prevenir y detectar el cáncer de ovario en México. La última campaña de concientización registrada en el portal del Gobierno de México fue en 2018. No obstante, el Instituto de Cancerología (INCan), el Instituto de Salud Pública (INSP), así como la Gaceta Mexicana de Oncología, por mencionar algunos, brindan información sobre esta enfermedad y cómo prevenirla.
En este sentido, es recomendable llevar a cabo chequeos ginecológicos una vez al año desde que se inicia la vida sexual; tener una dieta nutritiva y balanceada, realizar actividad física regular y acudir con un especialista en caso de detectar algún síntoma digestivo o urinario inusual, explica la SSA del Gobierno de Puebla.
Finalmente, Gloria reflexiona sobre los 8 años que han pasado desde que le diagnosticaron cáncer de ovario. Comenta que aunque se trata de una enfermedad grave, ahora existen muchos tratamientos que le permitieron entender que tener un diagnóstico de cáncer no es sinónimo de muerte. “Creo que también cambiar este discurso y saber que hay más personas que se han curado te da cierto alivio personal”, explica con voz calmada y enérgica.
En el marco del Día Mundial del Cáncer de Ovario, se reconocen los esfuerzos conjuntos que el personal de salud y las, los, les pacientes hacen para tratar esta enfermedad y erradicarla. Frente a cualquier anomalía o malestar, es importante acudir con un especialista para un diagnóstico digno y seguro.
(Con información de INEGI, Gobierno de México, Gaceta Fac Med, INFOCOP, Secretaría de Salud de Puebla, MedlinePlus).