Un nuevo estudio ha relacionado que una dieta rica en proteínas y baja en grasas hace que los vasos sanguíneos sean más flexibles; esto es gracias a los nutrientes clave como el zinc, las proteínas y la niacina que muestran una mejora en la salud del corazón.
Las mejoras en el metabolismo y la salud cardiovascular observadas durante la pérdida de peso en personas con obesidad, se atribuyen tradicionalmente a la pérdida de peso en sí, a los cambios en la glucosa, la presión arterial o las grasas presentes en la sangre.
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La posibilidad de que la composición de la propia dieta también forme parte de estas mejoras no se había estudiado con profundidad, hasta ahora.
Investigaciones con base en dieta y pérdida de peso
Investigadores del Centro Sagol para el Síndrome Metabólico, del Instituto de Endocrinología, Metabolismo e Hipertensión, del Centro Médico Tel Aviv-Sourasky y de la Facultad de Medicina Sackler de Tel Aviv (Israel) se interesaron por saber si otros nutrientes eran importantes.
Un total de 72 participantes con síndrome metabólico y obesidad (55,5% hombres, edad media de 53 años) se inscribieron en un programa intensivo de pérdida de peso de un año de duración. Éste incluía planes personalizados de dieta y ejercicio y reuniones periódicas con un médico y un nutriólogo.
A los participantes, que tenían un Índice de Masa Corporal (IMC) de 34,28 kg/m2 al inicio del estudio, se les pidió que rellenaran un cuestionario dietético detallado una semana antes de empezar la dieta junto con los planes de ejercicio y un año después realizaran el mismo procedimiento.
Medición a través de los vasos sanguíneos
Se tomaron tres medidas diferentes de la flexibilidad de los vasos sanguíneos: la velocidad de la onda del pulso (VOP), el grosor de la íntima media de la arteria carótida común (GIM) y la dilatación mediada por el flujo (DMF). Al cabo de un año, el IMC había descendido un 9.4% y las tres medidas de flexibilidad de los vasos sanguíneos habían mejorado. La DMF había mejorado un 47% de media, la VOP había mejorado un 13% y el GIM había mejorado un 1%.
La rigidez de la pared arterial está relacionada con un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovascular, por lo que se utilizó la flexibilidad de los vasos sanguíneos como indicador de la salud cardiovascular.
Consumo de componentes específicos relacionado a una mejor función vascular
La investigadora principal, la doctora Brurya Tal, menciona que “los cambios en el consumo de componentes alimentarios específicos están relacionados con una mejor estructura y función vascular.”
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“Una dieta mediterránea, rica en proteínas, verduras, frutos secos, semillas y con un consumo moderado de frutas y cereales, puede contribuir a mejorar la flexibilidad vascular, protegiendo así indirectamente el sistema cardiovascular.”
(Con información de Infosalus)