PLANTAS MEDICINALES

Códice de la Cruz Badiano, el libro sobre plantas medicinales

El códice, que reúne 224 plantas medicinales, de las cuales el 80% se han identificado, es el primer ejemplo de una medicina mestiza, de una aculturación

El Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis (Librito de las hierbas medicinales de los indios) fue la primera farmacopea indígena.
El Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis (Librito de las hierbas medicinales de los indios) fue la primera farmacopea indígena. Créditos: Especial
Escrito en OPINIÓN el

El Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis (Librito de las hierbas medicinales de los indios) fue la primera farmacopea indígena elaborada en la Nueva España el año 1552. Es un manuscrito de plantas medicinales con una gran historia, no sólo por su contenido, sino también por las circunstancias en que fue hecho, la travesía por la que pasó, los diferentes repositorios que lo resguardaron, las múltiples ediciones que ha tenido y por el valor actual como fuente histórica y como patrimonio cultural de los mexicanos.

El simposio presentado en la Academia Nacional de Medicina el pasado 3 de abril se dedicó al estudio del manuscrito en cuestión, conocido también como Códice de la Cruz Badiano. Participaron los siguientes profesores investigadores del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de Medicina, UNAM, Martha Eugenia Rodríguez, Andrés Aranda Cruzalta, Carlos Viesca y Nuria Galland, quien se desempeña como directora del Museo de la Medicina Mexicana ubicado en el Palacio de la Medicina.

En 2022 la Facultad de Medicina, en conjunto con el Laboratorio Roche, hizo una edición facsimilar del manuscrito; la edición se integró por tres libros resguardados en una caja, bellamente diseñada. El primero, desde luego, fue el facsimilar, respetando el tamaño del manuscrito original, 20 cm x 15 cm; un libro con la traducción del códice, del latín al español, elaborada por el filólogo e historiador Ángel María Garibay, que había hecho en 1964 y, un último libro, integrado por una presentación y nueve capítulos donde participan 13 autores, que en conjunto analizan diferentes aspectos del herbario que nos ocupa.

Del códice original, señala la Mtra. Galland, que la edición de la Facultad de Medicina conserva los cantos dorados. Sin embargo, a diferencia del Libellus, que está escrito sobre un fino papel proveniente del molino de Basili Acinelli en Génova y que al parecer llegó a Nueva España para imprimir sermones, la versión de 2022 utilizó un papel grueso de 250 grm, 100% de algodón.

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El manuscrito que historiamos, que es el texto más importante para conocer la medicina mexica, fue elaborado al interior del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, en una edición de ejemplar único, a pesar de que la imprenta llegó a la Nueva España el año 1539; por tanto, hasta hoy, el Libellus mismo es la única fuente de datos sobre su origen.

En general, el contenido del códice es de carácter terapéutico, sin entrar a discutir aspectos clínicos o diagnósticos. Las recetas se limitan, prácticamente, a reproducir el tratamiento con plantas medicinales, aunque también se citan minerales y animales.

¿Cómo surgió el libro sobre plantas medicinales

Sobre las circunstancias en que surge el manuscrito, cabe mencionar que el Obispo fray Juan de Zumárraga y el primer virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza (1535-1550) estaban interesados en que los indios aprendieran su religión y su lengua, el cristianismo y el castellano; de igual forma, hacerlos partícipes de su cultura; al enseñarles el latín, los indios podrían conocer las obras de tradición occidental, leer a los autores clásicos, Platón, Aristóteles, Plinio y Cicerón, entre otros, que resguardaba la biblioteca del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, fundado en 1536. A dicha institución asistían los hijos de los indios nobles.

El Códice de la Cruz Badiano se realizó a petición del segundo hijo del virrey Antonio de Mendoza, Francisco, para obsequiarlo al monarca español y su elaboración se llevó a cabo al interior del Colegio citado.

Asi, en la organización, escritura e ilustración del manuscrito participó todo un equipo de trabajo, integrado por fray Jacobo de Grado, Martín de la Cruz, Juan Badiano, un posible amanuense o escribano y los tlacuilos, quienes pintaban las imágenes.

Fray Jacobo de Grado, como titular de la institución, dio su apoyo para emprender el trabajo solicitado. Por su parte, Martín de la Cruz, como autor del Libellus, transmitió en náhuatl, escrito o narrado, no sabemos, la versión que Juan Badiano, alumno y profesor del Colegio, tradujo al latín.

Martín de la Cruz fue médico indígena de Tlatelolco; aprendió medicina por tradición de sus antepasados, manifestando un deseo natural de preservar los saberes de su “profesión”. Trabajó en el Colegio citado, cuidando la salud de profesores y alumnos, punto que agradeció a los Mendoza, padre e hijo.

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Respecto al obsequio que Francisco de Mendoza deseaba hacer al monarca español, surge la pregunta de qué lo llevó a escoger un libro de temática médica, de remedios medicinales de la población indígena que eran desconocidos en Europa.

Las posibles respuestas son, por una parte, que el virrey Antonio de Mendoza y su hijo, Francisco, deseaban convencer al monarca Carlos I de España y V del Sacro Imperio de que ellos tuvieran el monopolio comercial de plantas medicinales. Recuérdese que desde la llegada de Hernán Cortés, a través de su segunda carta de relación, se externó su asombro por el organizado mercado de plantas medicinales en Tlatelolco.

Otra respuesta podría ser para recuperar el subsidio que tenía el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Una más podría ser por el interés personal de Francisco de Mendoza por la cultura mexica, eligiendo entonces un presente con cualidades estéticas, “científicas” y pragmáticas. O bien, por intereses personales del virrey Mendoza y de su segundo hijo, Francisco, por conocer la terapéutica indígena.

Una vez terminado el manuscrito, Francisco de Mendoza lo transportó de México a España, para regalarlo al monarca Carlos I. Su hija, la infanta Juana de Austria, lo resguardó en la biblioteca del Monasterio de las Descalzas Reales, donde profesaba. Probablemente la Priora de este recinto lo donó a su boticario personal, Diego de Cortavila y Sanabria (1597-1657), quien fue boticario-cortesano. Asistió a los reyes Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Fue un erudito notable, profundo conocedor del arte de la farmacia.

En el mismo siglo XVII, el Cardenal Francisco Barberini (1597-1679) discípulo y amigo de Galileo Galilei y sobrino del papa Urbano VIII, fue comisionado a un viaje diplomático a España. Lo acompañó el Bibliófilo y anticuario Cassiano dal Pozzo (1588-1657), ambos pertenecientes a la Academia dei Lincei, enfocada al cultivo de las ciencias, desde que inició el XVII.

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Dal Pozzo, que tenía la misión de acopiar materiales sobre temas botánicos, visitó el huerto de hierbas medicinales de Cortavila, adquirió el manuscrito, el Libellus, llevándolo a Italia. Lo presentó  a los miembros de la Academia dei Lincei, que tenían la intención de escribir una enciclopedia de historia natural y lo alojó en Biblioteca Barberini, ubicada en el Palazzo Barberini, denominado “Códex Barberini”. Siglos después, en 1902, el acervo barberini se trasladó a la Biblioteca Vaticana, incluyendo el códice. En 1929 lo encontraron Charles Upson Clark, investigador de E.U. y de inmediato, el Dr. Giuseppe Gabrieli. A partir de estos hallazgos, se empezaron a hacer estudios y múltiples ediciones sobre el Códice en cuestión.

¿Qué contiene el libro? 

El códice, que reúne 224 plantas medicinales, de las cuales el 80% se han identificado, es el primer ejemplo de una medicina mestiza, de una aculturación. Presenta 185 ilustraciones de plantas, con colores brillantes, estilizadas y con folio. Las hierbas medicinales fueron un producto valioso, se trasladaban a la ciudad de México procedentes del Valle de México, de jardines botánicos en los alrededores de Huaxtepec o de Texcoco, por ejemplo. Se transportaban en canoas durante la noche, para preservar el producto.

El Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis contiene 13 capítulos:

  1. curación de la cabeza.
  2. curación de los ojos.
  3. curación de los oídos.
  4. males de la nariz.
  5. curación de dientes y garganta.
  6. curación de la boca, cara, cuello y manos.
  7. problemas del pecho y vientre.
  8. curación de la región púbica.
  9. remedios contra la sangre negra, curación de la fiebre, heridas, venas inflamadas.
  10. miedo, verrugas,…
  11. remedios para la parturienta.
  12. curación de la sarna y quemaduras de niños.
  13. señales de la cercanía de la muerte.

El Códice de la Cruz Badiano es un ejemplo de intercambio cultural; está escrito en lengua latina, como sucedía con los libros europeos. Fue escrito en una institución virreinal, el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco (1536), espacio donde integrarían a los indios a la cultura hispana, enseñando el castellano, el latín y la religión que profesaban los conquistadores. Aparecen nombres de padecimientos europeos, como el glaucoma, condiloma y escrófula, por citar algunos. Asimismo está presente la teoría humoral, llegándose a hacer referencia a la sangre, bilis, flema o melancolía, entre otros ejemplos que advierten una aculturación.

Asimismo el Códice filtra la realidad prehispánica, elimina toda concepción sobrenatural, no se habla del contenido mágico que cada elemento pudiera poseer. Interesó tratar solamente el aspecto natural, lo práctico, las propiedades curativas de las plantas, minerales o animales.

En suma, el Códice de la Cruz Badiano, cuyo ejemplar original retornó a México en 1990, gracias a la iniciativa del Papa Juan Pablo II, actualmente se encuentra resguardado en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia, constituyéndose como patrimonio cultural de la nación mexicana.

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