El hígado es el órgano sólido interno de mayor tamaño, realiza más de 500 funciones vitales, entre las que se encuentran la producción de la bilis, factores de coagulación, albúmina, enzimas y otras proteínas; eliminación de sustancias tóxicas, regulación de la homeostasis de carbohidratos, síntesis de lípidos, entre otras.
Aproximadamente pasan 1.5 L/min de sangre por el hígado, el cual se encarga de procesarla, separar y equilibrar las sustancias y nutrientes que transporta, pero también las sustancias tóxicas que pueden dañarlo.
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Hay diferentes causas por las que el hígado puede enfermar como son las infecciones por virus de la hepatitis, enfermedades autoinmunes como la hepatitis autoinmune, enfermedades que son heredadas como la hemocromatosis o la enfermedad de Wilson, el consumo excesivo de alcohol, la acumulación de grasa en el hígado, etc.
Se conoce como daño hepático crónico cuando se presenta una agresión prolongada al hígado que provoca una fibrosis progresiva y distorsión de la arquitectura del hígado que puede llegar a cirrosis, y en algunos casos a cáncer hepático.
Fibrosis, una de las enfermedades crónicas del hígado
Las enfermedades crónicas del hígado son un problema de salud global importante y ocasionan aproximadamente 2 millones de decesos al año a nivel mundial. En México, de acuerdo con datos del INEGI publicados en enero de 2023, las enfermedades del hígado ocupan la quinta causa de muerte en nuestro país con 20,608 fallecimientos.
La fibrosis es una respuesta cicatrizal a distintos agentes etiológicos; hallazgo prominente en distintas enfermedades hepáticas crónicas. El principal mecanismo de avance en estas enfermedades es el daño del tejido hepático que suele ser de larga evolución, así como inflamación persistente y la activación sostenida de fibrogénesis hepática; la progresión es un proceso dinámico, que integra cambios moleculares, celulares y tisulares. La vía final de este proceso es la cirrosis hepática.
Los estudios actuales apuntan que el eje intestino-hígado influye en la aparición y evolución de las enfermedades hepáticas crónicas. La alteración de la microbiota intestinal detectada en la enfermedad hepática, es al mismo tiempo causa y consecuencia de esta enfermedad.
El hígado tiene una comunicación estrecha con el sistema inmune a través de unas estructuras llamadas sinusoides hepáticos. Cuando existe fibrosis hepática avanzada, la estructura normal de estos sinusoides se altera, modificando su función, lo que contribuye a incrementar la presión portal, y con ello, al desarrollo de complicaciones clínicas de la cirrosis hepática como formación de várices en el esófago o ascitis.
Es en esta etapa de fibrosis avanzada y disfunción endotelial cuando se observan alteraciones en la inmunidad, lo que promueve inflamación persistente, propensión a infecciones y vigilancia inmunológica alterada, ocasionando mayor daño hepático y repercusión en otros órganos.
El diagnóstico de la etapa de fibrosis ha cobrado mayor importancia en tiempos recientes debido a que varias causas que la producen pueden ser prevenidas o tratadas y a que puede ser potencialmente reversible si se elimina el factor causal. Existen distintos tipos de marcadores séricos que se utilizan para estimar el grado de fibrosis en el hígado así como métodos de imagen que brindan opciones de diagnóstico no invasivo.
Es muy importante cuidar al hígado, sobre todo a través de la prevención y detección temprana de enfermedades que pueden afectarlo.