Hablar o escribir sobre el tema de los trasplantes de órganos y tejidos es y será siempre motivo de gran emoción y no solo por haber dedicado gran parte de mi vida profesional a esta tarea, sino por el extraordinario y estimulante escenario que representa el tema desde las tempranas épocas del homo sapiens, quien desde sus relatos iniciales, envolvió de espléndida fantasía e imaginación.
El tema por supuesto ha transitado dentro del campo de la metodología científica, pero también lo ha hecho en el terreno de la metafísica y en la filosofía misma.
Y así se entiende, incluso resulta familiar relacionar este campo de la medicina con la Quimera Mitológica, esa imagen fabulosa de un monstruo compuesto en partes por un león, una cabra y una serpiente.
En el ámbito religioso es muy conocido el relato católico sobre Cosme y Damián, hermanos y médicos, de quienes alrededor del año 300 d.c. se relata que realizaron el trasplante de una extremidad inferior de un moro a un cristiano.
Fueron famosos evangelizadores, torturados y quemados vivos, quienes sin embargo, sobrevivieron para ser decapitados por Dioclecino; tiempo después, en el siglo X, fueron canonizados por el Papa Juan XV y hasta la fecha la iglesia los identifica como los Santos Patronos de los trasplantes.
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Historia de los trasplantes de órganos
La evolución en el campo científico tiene grandes exponentes como Hunter, quien trasplantó dientes en la cresta de los gallos; los trasplantes de piel, la historia misma de las transfusiones sanguíneas a principios del siglo XX, la cual abre el horizonte de los estudios de la inmunocompatibilidad y que por décadas limitó el uso de las transfusiones solo para casos verdaderamente graves hasta dilucidar y establecer los distintos grupos sanguíneos que hoy se conocen.
En esta larga historia sobresale la figura de Alexis Carrel, cirujano francés, quien trabajando en Estados Unidos sobre animales de experimentación, descubrió las técnicas de la sutura vascular que hizo posible los trasplantes de órganos haciéndose merecedor del Premio Nobel en el año de 1912.
Muchas décadas de intenso trabajo de muchos talentosos investigadores han sido necesarias para entender, en el terreno de la inmunogenética, los elementos y factores que intervienen en el éxito de trasplantar órganos y tejidos hasta llegar a la descripción y clasificación de los antígenos de histocompatibilidad con Jan Dausset, quien es merecedor por ello de un Premio Nobel cuyo crédito comparte por sus contribuciones con Felix Rapaport.
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Los trasplantes se han ido ampliando a distintos órganos, tejidos y células, los cuales han demostrado la enorme posibilidad de rescatar pacientes antes vistos sin ninguna esperanza de salud y vida.
México como país, se ha sumado exitosamente a la práctica de los trasplantes. Las distintas instituciones públicas y privadas como la nuestra, Hospitales MAC, se encuentran en una posición relevante frente a estas prácticas, realizándolas con éxito, sobresaliendo por su número los de riñón, hígado, corazón y pulmones.
Sin embargo, debemos señalar que México tiene aún mucho camino que recorrer en este terreno. Por muchos años, los iniciadores de estos programas hemos trabajado bajo el “amparo” de un Código Sanitario que no contemplaba la práctica de los trasplantes, y fue hasta 1982 que se publicó la Ley General de Salud, siendo el secretario de Salud el Dr. Guillermo Soberón, que aunque fue un avance, no resultó lo suficientemente explícita en materia de trasplantes.
Fue en el año 2000, con el secretario de Salud, José Antonio González Fernández, tuve el gusto de colaborar para hacer las modificaciones en el título correspondiente para incorporar conceptos mejor definidos que permitieran no solo realizar los trasplantes bajo un adecuado marco jurídico que contemplara las donaciones entre donadores vivos con o sin parentesco, sino también para la promoción de la donación de órganos provenientes de cadáver.
Se estableció así el requisito de ser mayores de edad para tomar la decisión en los donadores vivos evitando así la donación entre niños familiares como se hacía previamente. Para los casos de la donación cadavérica, se incorporó con claridad el concepto de muerte cerebral y los criterios diagnósticos correctos.
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Con el propósito de ampliar la cultura de la donación, se incorporó el concepto de la donación tácita
Al establecer los criterios jurídicos y, con el firme objetivo de promover la donación cadavérica en el país, fue necesario incorporar las estructuras necesarias para la fundación de el CENATRA (Centro Nacional de Trasplantes), siendo su primer director el doctor e inmunólogo doctor Luis Terán Ortiz, quien además junto a la doctora Clara Gorodezky hicieron importante contribución en el desarrollo del conocimiento de la histocompatibilidad de la población mestiza mexicana.
Así mismo, nacen también los COETRAS (Consejo Estatal de Trasplantes), dándoles a los estados la abierta participación en los programas y sus beneficios. Se incorpora desde entonces una figura central y fundamental para la promoción y atención a la familia del donador que llamamos Coordinador de Trasplantes.
Figuras que vinieron a fortalecer al CONATRA y que tuvimos el privilegio de integrar un año antes con el doctor Juan Ramon de la Fuente como secretario de Salud.
México y los mexicanos tenemos la imperiosa necesidad y hasta urgencia de ampliar y fortalecer una cultura de la donación que permita el rescate de miles de compatriotas que, angustiados, esperan órganos, tejidos o células para poder reintegrarse a la salud y a la vida plena, familiar y socialmente productiva.