“No es suficiente enseñar a los hombres una especialidad. Con ello se convierten en algo así como en máquinas utilizables, pero no en individuos válidos. Para ser un individuo válido el hombre debe sentir intensamente aquello a lo que puede aspirar, tiene que recibir un sentimiento vivo de lo bello y de lo moralmente bueno... para que exista una educación válida es necesario que se desarrolle el pensamiento crítico e independiente de los jóvenes... La enseñanza debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación.
-Albert Einstein
Nada para el hombre es de mayor valor e importancia que su salud, así que la responsabilidad de formar y capacitar personal para su cuidado tanto en el tema de la prevención del daño y su restauración, es sin duda una importante responsabilidad social que representa un gran desafío.
El compromiso ante nosotros mismos y ante la sociedad debe ser la formación de personal profesional como médicos, enfermeras, técnicos, en sus distintas competencias, además administradores en el área de la salud, que cuenten con las habilidades, conocimientos y valores como son: la vocación de servicio, el respeto, la responsabilidad, pero sobre todo la empatía y el amor, esa humanización que como equipo de salud nos debe siempre y constantemente caracterizar.
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En nuestro país la tarea no es fácil, estudiar una carrera del área de la salud implica un desafío, no solo de tipo académico, sino incluso de carácter económico, social y con frecuencia hasta político.
Por publicaciones de la propia Secretaría de Salud, hasta 2018, sabíamos, por ejemplo, sobre cerca de 133,000 mil estudiantes de medicina a lo largo y ancho del país inscritos en 182 universidades públicas y privadas que cuentan con la carrera de Medicina, pero que solo cerca de 106 programas se encontraban acreditadas por el Consejo Mexicano para la Acreditación de la Educación Médica (COMAEM), con base a información obtenida de su portal.
Esto se apoya en la responsabilidad de las áreas regulatorias del país que no deben debilitarse sino al contrario fortalecerlas de tal manera que todos aspiremos a ser mejores y a tener un cuerpo altamente preparado, profesionalizado y competitivo.
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La Organización Panamericana de la Salud nos agrega una oportuna recomendación cuando nos dice a las Instituciones Públicas y Privadas de Salud y a las Instituciones de Educación, la importante y yo diría hasta urgente necesidad de sumar esfuerzos para mejorar el número y la calidad en la formación del personal de salud que permitan lograr así avanzar en el objetivo de una mayor y mejor cobertura en la atención de salud de la población en general.
Si bien es cierto que en un hospital el equipo propiamente de salud es muy importante y por supuesto eje central de su función y justificación, el resto del equipo no lo es menos, así la participación cálida, humana, eficaz y eficiente con personal capacitado, incide en la buena atención y en los mejores resultados.
Con base en lo anterior nuestro grupo hospitalario está seria y formalmente empeñado en promover y robustecer un modelo de atención médica que hemos llamado de Calidad Total en el que toda nuestra organización entiende la importancia que representa el tener un sistema integrado que cubra las necesidades y demandas que implica la atención adecuada a la salud.
Así, el modelo conducido con liderazgo posee una relación de objetivos claros, constantes, permanentes y solo de esta manera puede afirmarse que una administración en salud debe de ser tan buena como silenciosa, centrando todo su esfuerzo en las necesidades requeridas para proveer condiciones de sanidad adecuada y los insumos requeridos permitiendo de este modo que el área de la salud operativa cumpla sus funciones con sensibilidad, eficiencia y seguridad.
Finalmente podemos afirmar que la buena asistencia médica es la consecuencia de la buena enseñanza, de la buena capacitación e investigación y por supuesto otorgada por un personal con vocación poseedora de valores humanísticos.