El presentador en una ceremonia de premiación de altísima audiencia hace una “broma” aludiendo a la imagen, en particular, a la calvicie de la esposa de un famoso y adinerado actor. El “ofendido” actor, “por amor“, “en defensa de su compañera” se levanta de su asiento y golpea en la cara al presentador gritándole con palabras altisonantes que no hable de su esposa.
Una escena posible: Ante la misma situación el actor se levanta de su asiento (también lo hubiera podido hacer la propia mujer), pide el micrófono y comenta al presentador que es importante que se dé cuenta que es inapropiado e irrespetuoso que se hagan alusiones al aspecto físico de una mujer y aún menos en tono de burla, por lo cual le solicita que se abstenga de hacerlo y que “eso es algo que debemos comprender todos los hombres”.
Una escena así hubiera generado mas reafirmación y reconocimiento sobre el actor además de visibilidad sobre el respeto a la mujer.
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Primera reflexión: El cuerpo femenino bajo la lupa
Todos opinan sobre el cuerpo de las mujeres. Es una práctica nociva altamente normalizada. Se vive con una enorme naturalidad describirlo, criticarlo, invadirlo, expresar agrado o desagrado y decir cómo debe funcionar. Es como si fuera propiedad de los demás y tuviera que ser a su gusto y servicio.
Sobre el cuerpo de las mujeres se tiene una actitud prescriptiva, es decir, se establece de manera reiterada cómo debe comportarse, afirmando o invalidando a una mujer según se atenga a dichos lineamientos. Se marca cómo debe lucir, vestirse, ejercitarse, alimentarse y los lugares y horas donde debe circular. Se busca incidir incluso en aspectos tan íntimos y privados como son el modo de ejercer la sexualidad o la decisión de ejercer o no la maternidad.
Por ello es conveniente reafirmar que cada mujer es la única que puede decidir sobre su cuerpo, su apariencia, su sexualidad, su maternidad , aunque no todas lo saben o tienen la posibilidad de hacerlo. Es importante que las expresiones, críticas, lineamientos o burlas sean visibilizados, desestimados y reprobados.
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Segunda reflexión: El papel de la agresión en el hombre
Otra de las prácticas nocivas vinculadas al género es la promoción de la agresión física y emocional como modo privilegiado de cómo el hombre expresa sentimientos de enojo, ofensa, humillación o devaluación y cómo busca recuperar autoridad, autoestima, dignidad y reconocimiento de su masculinidad.
Estos rasgos nocivos denotan un fracaso en el uso del lenguaje como herramienta más evolutiva y civilizada para transmitir los afectos y la necesidad de mostrar una identidad valorada ante los demás. Por el contrario, muestran una identidad masculina que se vive a sí misma precaria o insuficiente sin el uso de desplantes agresivos y exhibicionistas que atraigan el reconocimiento, valoración y respeto, incluso miedo.
En ambos casos hay una suerte de sobreexigencia. Para la mujer, de estarse adaptando a una demanda de belleza, delgadez, agrado a los demás y cumplimiento de expectativas que muchas veces son ajenas a su deseo y convicción.
En el caso de los hombres existen altas cantidades de estrés, dificultad para mostrar sus ansiedades y fragilidad para el manejo más adecuado y compartido de sus emociones. Invertir mucho en el sostén de una posición fuerte, jerárquica y superior que debe mostrar a otros constantemente para ganarse el respeto y la creencia de autoridad.
Afortunadamente cada vez se está logrando visibilizar más y desmontar este tipo de prácticas que en muchos casos son responsables de problemáticas de salud física, emocional y social.