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La reparación de la confianza en el abuso sexual

Según datos de la UNICEF, una de cada 5 niñas y uno de cada 13 niños en México sufrieron abuso sexual infantil

Escrito en OPINIÓN el

El 19 de de Noviembre es el Día mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil.  En ese sentido el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México en voz de su titular Salvador Guerrero Chiprés, dio a conocer que las solicitudes de apoyo en línea por causa de abuso sexual aumentaron de enero a octubre de 2021 en un 406% en menores de 12 a 17 años. El 94 % de las denunciantes fueron mujeres.

Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), una de cada 5 niñas y uno de cada 13 niños en México sufrieron abuso sexual infantil.  El 90% de los agresores fueron varones. El 75% eran del círculo más cercano: abuelos, padrastros, tíos, padres, primos, seguido de maestros y sacerdotes. El 53% ocurría en el hogar de los menores. La pandemia ha agravado estas cifras. 

El abuso sexual es un acto violento en el que se utiliza el cuerpo de un menor para la satisfacción sexual propia o de otros. Es un delito que ha crecido al amparo del aislamiento, el silencio, la intimidación, la impotencia y también porque una sociedad lo normaliza. La denuncia es importante. Permite visibilizarlo.  Romper el silencio es difícil, a veces la víctima es acusada de no haberlo detenido, de quebrantar la estabilidad o el sustento familiar.

Cuando el abuso sexual ocurre porque nada ni nadie pudo evitarlo, ni una sociedad, ni una historia, ni una institución, ni una familia, ni un maestro, ni un amigo, ni un padre, ni una madre ni un hermano. Cuando pese a todo y todos sucede, hay que proteger a la persona que lo vivió, quien lleva dentro de sí una experiencia traumática. 

{"field1":"Lo traumático cuando sucede un abuso, es sobre todo lo que no sucede. Lo que debería suceder y no sucede. La falta de cuidado, de escucha, de contención en torno a una vivencia de abuso. Eso incrementa el aspecto traumático del evento.","field2":"Karla Rock"}

El abuso sexual conlleva la imposición de significados y actos que el menor no comprende, no comparte y mucho menos consiente. Si lo perpetra alguien cercano implica lidiar con ambivalencia y confusión y con la invasión a su cuerpo, su intimidad, su integridad. Esto rebasa su capacidad de procesamiento, lo excede y por ello genera síntomas y lo desorganiza internamente. 

Requiere una estructura que le dé sostén, lo contenga y le ayude a procesar lo que está ocurriendo. El trauma requiere volverse experiencia y para ser experiencia necesita socializarse, con un otro que escuche y traduzca lo que ocurre. Otros deben nombrar, validar, poner palabras, aclarar y procesar con el menor la situación. Tomar medidas claras y definitivas para frenar el abuso sexual

Esto es complejo cuando otros adultos confiables para el menor también guardan una posición de vulnerabilidad o dependencia respecto a la persona abusadora y se muestran como una continuidad del abusador o del abusado y no pueden actuar como una tercera instancia que limite, frene, obstaculice dicho ejercicio violento y determine que un menor no es propiedad del adulto, sino un ser independiente con derechos.

Por eso con frecuencia hace falta una tercera instancia familiar, escolar, asistencial, social que interceda y limite esta cadena de impotencia e imposibilidad. Se trata de no dejar al individuo a su suerte, de no individualizar la protección, de generar un colectivo sólido que vea por la seguridad de las personas en formación. Esto también es seguridad social.   

(Foto: fc07.deviantart.net / Via yychanson.deviantart.com)

La línea de asistencia por WhatsApp del Consejo Ciudadano es 55-55-33-55-33. 

Asistencia psicológica y jurídica gratuita las 24 horas del día los 365 días del año.