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¿Por qué estar mal también está bien? La tristeza es tan necesaria como la alegría

Existen alteraciones del ánimo, no existen emociones positivas o negativas, ni tampoco normales o raras. Los sentimientos son una pieza clave del funcionamiento psicológico y están en el centro de nuestro bienestar.

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Escrito en MENTE SANA el

La tristeza, el miedo y el enfado son emociones que culturalmente asociamos a malestar y de las cuales normalmente huimos. Pero, en realidad, son estados de ánimo tan necesarios como la alegría, el entusiasmo o el amor.

Por si no lo sabías los psiquiatras especialistas en los trastornos emocionales aseguran que no existen emociones positivas o negativas, ni tampoco normales o raras. Existen emociones simplemente.

¿Qué son las emociones?

En lo que respecta a los sentimientos son una pieza fundamental del funcionamiento psicológico y están en el centro de nuestra salud. Una buena regulación emocional nos permite adaptarnos a nuestro entorno y afrontar las adversidades que se pueden presentar en nuestra vida.

Por el contrario, una mala regulación emocional puede provocar síntomas psicopatológicos. Para saber a qué nos referimos cuando hablamos de emociones es necesario aportar una definición:

  • Son reacciones automáticas que nos informan sobre algo que nos está ocurriendo en la vida y nos preparan orientan para afrontar la situación que tenemos delante.
  • Esta respuesta la experimentamos en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
  • Los sentimientos nos aportan una información muy valiosa, ya que nos dicen cómo estamos y qué necesitamos.
  • Además, nos permiten construir nuestra identidad al darnos esta información sobre lo que queremos, lo que nos asusta, lo que nos enfada.
  • Una vez que hemos establecido que todas las emociones son fundamentales para el bienestar general y una correcta salud mental.

Foto: Pexels

¿Estar mal también está bien?

Estar mal, triste, enfadado o asustado está bien porque hay situaciones de la vida que nos pueden asustar, enfadar o entristecer.

Es necesario darnos cuenta de todo, así lo señala el psicólogo Jorge Lareo Otero, especialista del Instituto Psicológico Cláritas. Apunta a que si no atendemos estas emociones:

  • Desconectamos de nosotros mismos.
  • Quedamos desorientados a la hora de afrontar nuestros problemas.
  • Nos quedamos sin resolver nuestros conflictos y esto nos va a seguir haciendo sufrir, aunque no queramos darnos cuenta.
  • La tristeza o el miedo van a seguir estando y se pueden manifestar por otras vías (problemas interpersonales, problemas de sueño, dolores físicos.

¡La tristeza no es negativa!

Psicológicamente hablando, es una calamidad decir que la tristeza no es algo normal. Los cambios emocionales, la tristeza o pesadumbre temporal, son completamente normales.

  • Las emociones son reacciones automáticas, por lo que son parte de nuestra naturaleza.
  • La tristeza es un sentimiento natural como la alegría.
  • La realidad es que no elegimos cómo nos sentimos, simplemente sentimos.

Los psicólogos y psiquiatras especialistas consideran que no debemos estigmatizar estar mal porque así generamos un sentimiento de culpabilidad en las personas que se sienten mal. De esta manera, una persona que se siente triste, además se va a sentir culpable por estar triste.

Foto: Pexels

¿Rechazo del bienestar supremo?

Debemos rechazar la idea del bienestar supremo. En la cultura actual están muy presentes los mensajes de tú puedes elegir si estás bien o mal y hay que estar bien en todo momento.

A esta corriente de pensamiento arraigada en nuestra cultura la llamamos positivismo patológico y está haciendo mucho daño porque nos coloca encima una presión enorme al exigirnos que debemos estar bien en todo momento y nos hace sentirnos culpables cuando no lo conseguimos.

Tacha el malestar como algo extraño o negativo, cuando el sufrimiento es algo inherente a la vida y lo sano es estar mal cuando la situación que estamos viviendo nos hace daño. Además, si nos echamos encima la culpa por estar mal nos va a resultar más difícil enfrentar la situación que nos genera malestar.

Foto: Pexels

¿Forzarse aparentar estar bien no es sano?

Si realmente no estamos bien, no es necesario que tratemos de aparentarlo. Ya estemos en un ambiente laboral, familiar o entre amigos no debemos forzarnos en sonreír si no nos sentimos así, por varios motivos.

Si ignoramos nuestros sentimientos de malestar, lo que estamos haciendo es evitar nuestras emociones. La evitación emocional es una de las mayores fuentes de problemas en salud mental, todos los trastornos de ansiedad se mantienen porque la persona evita sentir el miedo para intentar protegerse.

Si no miramos lo que estamos sintiendo, vamos a quedar desconectados y desorientados ante el mundo, perdiendo toda la información que nos están dando nuestras emociones. Sí, hay emociones desagradables, pero es fundamental escucharlas para poder comprendernos y afrontar las situaciones que tenemos delante para así alcanzar las metas que nos importan.

No debemos forzarnos a aparentar estar bien porque se paga caro el esfuerzo psicológico que hace una persona al engañarse a sí misma y engañar a los demás de que está bien.

Es un esfuerzo muy grande que aumenta el malestar y lleva a la persona en dirección contraria a solucionar su problema, agravándolo aún más.

Perdemos nuestra identidad. Las emociones organizan nuestra identidad, nos ayudan a conocernos y saber quiénes somos. Cada vez que no escuchamos lo que sentimos, empobrecemos el conocimiento que tenemos de nosotros mismos.

¿Cómo decirle a una persona que te deje en paz?

Comunicación asertiva. Si necesitamos que nos dejen un poco en paz durante un día es importante expresar cómo nos sentimos y lo que necesitamos. Para ello, es necesario expresar nuestra necesidad de forma asertiva.

Si llevas más de dos semanas con síntomas persistentes de malestar, depresión o ansiedad es importante acudir a un profesional de la salud mental. Recuerda, psicólogos y psiquiatras especialistas para que te ayude a gestionar tus problemas.

(Con información de Instituto Psicológico Cláritas, BBC y el Instituto Nacional de Psiquiatría)