El mundo de la ciencia ha profundizado en el conocimiento del cerebro y continúa otorgándole la razón al lema de mente sana en cuerpo sano. Un estudio ha comprobado que la actividad física actúa como agente de potencia en los hemisferios cerebrales, favoreciendo a la memoria, retrasando el deterioro cognitivo y las células del envejecimiento.
¿Cómo archivamos los recuerdos?
Para hablar de la memoria y del ejercicio, es necesario precisar algunos elementos importantes, debido a que la memoria es la capacidad por la que guardamos recuerdos que posteriormente podemos recuperar y el sistema nervioso, se construye básicamente mediante tres fases.
- En primer lugar, una percepción externa o interna del organismo es codificada en el lenguaje bioquímico de nuestro cerebro. Este proceso fundamental determina qué aprendemos del entorno. Cuanto mejor sea la codificación de la información, más probabilidad hay de que esta perdure.
- Una vez codificado el nuevo recuerdo, este puede volverse permanente o desaparecer. Para que sea duradero, se requiere la segunda fase de la memoria, la consolidación.
- Por último, la tercera fase tiene que ver con nuestra capacidad para recuperar el archivo, y tampoco resulta relevante para el tema que nos ocupa, más allá de entender el proceso.
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¿Qué vitamina influye en nuestros recuerdos?
Actualmente y gracias a los estudios en neurociencias, el mecanismo de codificación requiere un conjunto de respuestas biológicas. Existen ciertas proteínas fundamentales para que se produzca.
En particular, destaca la proteína conocida como factor neurotrófico derivado del cerebro, BDNF, por sus siglas en inglés. En su ausencia, no podemos generar recuerdos nuevos.
Tan importante es el BDNF que, si se incrementa su concentración en regiones específicas del cerebro, puede potenciar los procesos de aprendizaje.
¿Qué es el lactato y por qué es la clave?
La investigadora Lauretta El Hayek comprobó que los animales de experimentación memorizaban mejor cuando hacían ejercicio. Esta mejora se obtenía como consecuencia de la liberación de lactato, un desecho del metabolismo anaeróbico producido por la actividad física que actualmente sabemos que es muy útil en diversos tejidos.
En particular, el lactato tiene la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica, cuya función es impedir que todas las sustancias que circulan por la sangre lleguen al sistema nervioso y alcanzar el cerebro. Una vez aquí, es captado por las neuronas y estimula la producción de BDNF.
De esta forma, el lactato generado por el ejercicio físico incrementa los niveles de BDNF en regiones determinantes del cerebro y potencia el aprendizaje.
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¿Energía y vitalidad? Experimento con jóvenes universitarios
Los resultados obtenidos en ratones replicaron las investigaciones con personas. Lo bueno de los humanos es que tenemos la capacidad de producir mucho lactato con el ejercicio si es muy intenso.
La actividad física puede afectar de forma aguda a las respuestas cognitivas. Por eso, lo interesante era comparar ejercicio físico de alta intensidad, con mucha producción de lactato, con actividad suave, sin apenas lactato.
Para llevarlo a cabo, el equipo de investigación seleccionó a jóvenes universitarios, que en principio están en su máximo potencial de aprendizaje y son capaces de generar esfuerzos muy intensos. Por consiguiente, pueden producir mucho lactato.
Tras hacer ejercicio, y después de entre 15 y 20 minutos de descanso, los voluntarios debían llevar a cabo una tarea de memorización. Así comprobaron cómo afectaba a la fase de codificación. Y la conclusión fue que, una vez más, los humanos no somos tan diferentes de los ratones.
Cuando los participantes realizaban ejercicio de alta intensidad eran capaces de recordar mejor tanto palabras como imágenes.
Además, existe una correlación entre la cantidad de lactato liberado y la mejora en la memoria. Esta relación no parece ser estrictamente lineal, sino que posiblemente funcione por escalones, algo muy típico en nuestras respuestas biológicas al ejercicio físico.
En cualquier caso, una sesión intensa, pero no fatigante de ejercicio previa a una tarea de aprendizaje potencia nuestra capacidad de codificación. Sin duda estamos ante un elemento innovador en el campo del aprendizaje.
(Con información de Ciencias del deporte, Sports Health y el Instituto de la Memoria)