María Corral y Ada Reyes de 45 y 64 años, ambas trabajadoras y profesionistas, forman parte de la población mexicana que durante su infancia vivieron un contagio de hepatitis, una enfermedad viral que afecta el hígado, lo inflama y puede producir epidemias, cirrosis, cáncer de hígado o, en el peor de los escenarios, la muerte.
En el caso de María, ella contrajo el tipo A, el más común, mientras que Ada contrajo el B, uno de los más difíciles de adquirir y considerado como un tipo de hepatitis crónica.
Pese a que ambos virus son distintos y los síntomas son diversos, el Dr. Rodrigo Romero Feregrino, coordinador de la Asociación Mexicana de Vacunología (AMV) explicó en entrevista con Sumédico que los contagios por hepatitis en la infancia temprana son más comunes y menos agresivos a diferencia de cuando se es mayor, como fue el caso de Nadia V.G., una mujer dedicada al cine y al medio artístico que a sus 21 años (ahora 25), presentó un cuadro de hepatitis tipo A agudo después de contagiarse por tener contacto con su pareja quien había desarrollado el virus.
“Los síntomas que tuve no fueron progresivos, fue de golpe que me empecé a sentir muy mal. Sentía mis ojos como si los estuvieran apretando con dos dedos hacia adentro y mi cabeza me punzaba mucho y mi cuerpo me dolía demasiado. Era un cuerpo cortado pero muy diferente al de una gripa, sentía mucha fatiga. Me sentía muy mal, además de que tenía los ojos, la piel y la lengua amarillas”, expresó en entrevista al medio.
Una enfermedad poco afortunada y un ritmo de vida acelerado
Nadia recuerda bien el momento en que se contagió de hepatitis tipo A dado que fue un parte aguas en la forma como posteriormente vivió su vida. La exestudiante de cine comenta que a los 21 años para ella era normal tener una vida acelerada que, sin pensarlo, representaba un gran sacrificio de su salud. Descuidar sus horas de comida, desvelarse demasiado, estresarse por la escuela y beber alcohol en grandes cantidades era parte de su día a día.
Todo esto influyó para que sus defensas flaquearan. Por eso, cuando se contagió a través de su pareja, ella tuvo que guardar todo el reposo que no había tenido en meses además de tener una dieta vegana estricta que su padre (y médico personal), le ordenó seguir al pie de la letra.
“Mi tratamiento consistió en no salir y tener reposo, porque uno de los síntomas más fuertes de la hepatitis que tuve es que de verdad te fatigas por todo y lo único que queda es descansar. También me sometí a una dieta turbo vegana sin aceite, sal, sin chile y mucha agua. No tome ningún medicamento más que eso porque si no es mucho peor para tu hígado”, detalló Nadia con mucha energía en la voz.
Debido a los síntomas severos que presentó, ella corría el riesgo de evolucionar su hepatitis a tipo B, por lo que debía controlar muy bien su alimentación. No obstante, a esta afección se le sumó la gastritis debido al debilitamiento físico que sufrió. “Yo sentía que tenía un hoyo en el estómago, estaba de verdad muy mal y en completa desarmonía porque todo dolía”.
Pese al panorama desalentador que tenía en ese momento, Nadia decidió documentarse y conocer más sobre lo que pasaba en su cuerpo, descubriendo así que existen diversos tipos de hepatitis, unos más graves que otros, y que además hay alternativas para tratarlos y curarlos.
“Tenemos un gran abecedario de virus que pueden causar hepatitis”
En la actualidad existen cinco tipos de hepatitis virales muy conocidas: A, B, C, D y E, mismas que se pueden dividir en dos grandes grupos: las infecciones agudas y las crónicas, detalla el doctor Rodrigo Romero.
Dentro del grupo de infecciones agudas se encuentran los tipos A y E, que pueden provocar fiebre, malestar, pérdida del apetito, diarrea, náuseas, malestar abdominal, orina oscura y la característica coloración amarillenta de la piel. Estas pueden durar entre cinco a siete días o hasta 40 en algunos casos, y curarse.
La infección por hepatitis A y E es vía fecal-oral de persona a persona y los factores de riesgo son comer o beber agua que ha sido contaminada por deshechos que contiene el virus. Además, no lavarse las manos apropiadamente después de ir al baño, comer alimentos que no estén desinfectados o tocar superficies contaminadas son algunos de los factores de riesgo, detalla el Manual de Procedimientos Estandarizados para la Vigilancia Epidemiológica de las Hepatitis Virales de la Dirección General de Epidemiología (DGE).
Por otro lado, el grupo de las infecciones virales crónicas como la B, C y D se caracterizan por presentar los mismos síntomas que el primer grupo (o ninguno), con la diferencia de que estas permanecen en el cuerpo durante mucho tiempo, provocando daños al hígado a largo plazo al grado de causar cirrosis e incluso cáncer de hígado.
La infección por hepatitis tipo B puede propagarse a través del contacto sexual (dado que se encuentra en el semen y flujos vaginales y otros fluidos corporales), transfusiones de sangre o por trasplantes de órganos y tejidos con sangre que ya tiene el virus. En el caso de la hepatitis tipo C, la exposición parental es la forma más eficiente de transmisión, incluyendo inoculación de drogas inyectables, el uso de agujas de acupuntura así como trasplante de tejidos y órganos con el virus.
Teniendo en cuenta las vías de transmisión, la DGE detalla en su manual epidemiológico cuáles son los grupos de la población general con mayor susceptibilidad para infectarse con hepatitis B o C:
- Pacientes con inmunodeficiencia congénita o adquirida (VIH)
- Familiares y parejas sexuales de personas infectadas
- Personas con más de una pareja sexual
- Personas que padecen de hemofilia
- Pacientes y empleados de hemodiálisis
- Personas adictas a drogas por vía parenteral y que comparten jeringuillas
- Personas que utilizan material médico o de odontología sin esterilizar
- Pacientes que realizan tratamiento de acupuntura o tatuajes
- Personal de salud
Desconocimiento y falta de prevención: dos factores claves para desarrollar hepatitis
Nadia explica que el principal factor que influyó para contagiarse fue el desconocimiento pues, en las semanas previas a su contagio visitó a su novio para conocer su estado de salud, dado que él presenaba un cuadro epático, ignorando que era importante no compartir sus pertenencias y tener una distancia prudente para evitar que el virus entrara en su sistema.
“Mi pareja en ese momento tenía hepatitis A, pero a él se la diagnosticaron aproximadamente dos semanas antes de que yo presentara síntomas. Yo no sabía que la hepatitis se contagiaba, entonces de repente me quedaba con él y compartíamos platos o vasos. Yo no sabía que no debes compartir nada con una persona con hepatitis para evitar un contagio”, detalló Nadia.
Por su parte, tanto María como Ada, ambas contagiadas de hepatitis en la infancia, expresan que sus recuerdos sobre cómo fue tener el virus ya no eran nítidos y que en realidad no recuerdan tener complicaciones para recuperarse, sin embargo, ellas explican que no tenían conocimiento de que la hepatitis se podía contagiar, aunque a su edad (7 y 11 años respectivamente) es comprensible que no tuvieran interés en los tipos de virus que se pueden propagar por no tener un lavado recurrente de manos o por estar en contacto con personas contagiadas.
“Lo más común son los casos leves, sobre todo en los niños, de la hepatitis A o la hepatitis E. Les da el virus, están unos días con las molestias y se les quita sin ningún problema”- detalla el Dr. Romero - “Sin embargo, México es un país que sí tiene muchos casos de hepatitis y luego tenemos brotes en diferentes estados por no tener una higiene adecuada”, añade.
Pese a que en México la hepatitis A es la más común, en Latinoamérica y el Caribe cada año surgen cerca de 80,000 nuevas infecciones por hepatitis B y C, que en su mayoría pasan desapercibidas, detalla la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El doctor Lim Chistopher del Fondo Estratégico de la OPS, expresó a través del webinar “Unámonos para cerebrar el Día Mundial contra la Hepatitis 2023” organizado por la OPS y la OMS, que la carga hepática en América Latina y el Caribe es alta y que sólo el 3% de pacientes con hepatitis E y el 15% con hepatitis B reciben tratamiento en América Latina.
La vacunación para la prevención
Frente a esta problemática, el coordinador de la Asociación Mexicana de Vacunología (AMV) hace especial énfasis en la importancia de la vacunación oportuna durante la infancia o, en su defecto, en la adultez en caso de no haber sido vacunado a tiempo por diversas causas.
De acuerdo con datos proporcionados por la AMV, las vacunas contra la hepatitis A y B redujeron el número de contagios de 2015 a 2022. Por un lado, la vacuna del tipo A redujo los contagios de 9,342 a 4,145, es decir, hubo 5,197 casos menos. Por otro lado, la vacuna del tipo B en 2015 tuvo 756 casos y 200 casos en 2022, lo que dio como resultado una reducción de 556 casos.
No obstante, es necesario reforzar los esfuerzos de vacunación y proporcionar información útil entre la población para promover medidas de prevención sobre un virus que va a la alza. De acuerdo con el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud, en lo que va del año se registró un aumento de casos de hepatitis vírica A en 24 estados del país. Estas entidades presentaron tres mil 934 casos, mientras que en el mismo periodo del año pasado hubo dos mil 159, es decir, hubo un aumento de mil 775 casos.
“Actualmente existen dos vacunas, una está dentro de nuestro esquema nacional de vacunación, que es la vacuna de hepatitis B que se pone a los niños. Pero, en caso de que no se haya vacunado, hay que aplicarla posteriormente en cualquier momento de la vida así como la vacuna de hepatitis A, que no está dentro del esquema de vacunación nacional, pero es recomendable que en el medio privado se acceda a esta vacuna porque es algo que sí sucede en México y que puede ser algo grave”, concluye el especialista.
(Con información de la OPS, OMS Asociación Mexicana de Vacunología, Dirección General de Epidemiología).