Si los perritos son tu debilidad y todo el tiempo quieres acariciar al que se te atraviese por la calle, a continuación, te diremos algunos beneficios que tiene este comportamiento, según la psicología.
El simple acto de acariciar a un perro va mucho más allá de un gesto de cariño superficial, pero hacerlo también aporta beneficios a la salud que a continuación, te mostramos.
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¿Qué beneficios tiene acariciar a un perro, según la psicología?
La psicología ha identificado diferentes beneficios psicológicos y biológicos detrás de esta necesidad casi universal de contacto con nuestros compañeros caninos:
- Liberación de oxitocina
Cuando acaricias a un perro, tu cerebro libera oxitocina, la misma hormona que se produce durante los abrazos entre seres humanos o cuando una madre sostiene a su bebé. Este fenómeno crea un círculo virtuoso de afecto, ya que los perros también experimentan un aumento de oxitocina durante estas interacciones. Investigaciones de la Universidad de Azabu en Japón demostraron que los niveles de esta hormona pueden aumentar hasta en un 300% tanto en humanos como en perros durante sesiones de caricias. Esta bioquímica compartida explica por qué el contacto con perros nos hace sentir tan felices y conectados emocionalmente.
- Reducción del estrés y la ansiedad a nivel fisiológico
El contacto físico con perros disminuye significativamente los niveles de cortisol (la hormona del estrés) mientras aumenta la producción de serotonina y dopamina. Psicólogos de la Universidad de Washington descubrieron que acariciar a un perro por solo 10 minutos puede reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Este efecto calmante es tan potente que muchas terapias para trastornos de ansiedad y PTSD incorporan interacciones con perros como parte del tratamiento. El movimiento rítmico de las caricias y la textura del pelaje canino actúan como una meditación táctil que nos ancla al momento presente.
- Reconexión con la naturaleza y nuestra esencia animal
En nuestro estilo de vida urbanizado, acariciar a un perro nos permite reconectarnos con el mundo natural de manera accesible y cotidiana. Psicólogos ambientales señalan que esta interacción satisface nuestro "biofilia", la necesidad innata de conectarnos con otras formas de vida.
- Expresión de cuidado y protección que refuerza nuestra autoestima
Acariciar a un perro activa nuestros instintos de cuidado y protección, reforzando nuestra percepción de competencia y valor personal. Estudios en psicología positiva muestran que este simple acto puede aumentar los sentimientos de propósito y utilidad, especialmente en personas mayores o aquellas que atraviesan momentos difíciles.
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