Vivimos rodeados de ruido, desde notificaciones, música de fondo, conversaciones, y hasta series que suenan aunque nadie las vea. Y es que para muchas personas, el silencio no es un refugio, sino una fuente de incomodidad. Pero, ¿qué relación tiene el silencio con la salud mental, según la psicología?
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¿Qué relación tiene el silencio con la salud mental, según la psicología?
Según la psicología y la neurociencia, el silencio no solo es un alivio momentáneo del bullicio cotidiano, sino una herramienta valiosa para el equilibrio emocional y cognitivo. Eso sí, no todas las personas lo experimentan de la misma manera.
Nuestra relación con el silencio está cargada de experiencias personales. Para algunos, puede estar asociado con castigos, soledad o ansiedad; para otros, con paz y juego.
La doctora Tal Dotan Ben-Soussan, neurocientífica del Instituto de Investigación en Neurociencia, Educación y Didáctica en Italia, explica que las asociaciones tempranas marcan si el silencio se percibe como amenaza o como refugio.
Otra clave está en nuestra capacidad para regular pensamientos y emociones. La incomodidad frente al silencio suele surgir cuando aparecen rumiaciones, preocupaciones o sentimientos de vacío. En contraste, quien ha cultivado cierta tolerancia al estar consigo mismo tiende a encontrar serenidad en la pausa, según Well+Good.
El doctor Eric Pfeifer, psicoterapeuta y profesor en la Universidad Católica de Friburgo, señala que la exposición continua al ruido, incluso al que elegimos, como música o podcasts, puede llevar al cerebro a un estado de sobreestimulación.
Aunque aún hay mucho por investigar sobre los efectos del “ruido placentero”, sí sabemos que el silencio tiene beneficios medibles:
- Disminuye el ritmo cardíaco
- Mejora el estado de ánimo
- Favorece la claridad mental
Estudios muestran que incluso seis minutos de silencio, especialmente en entornos naturales, pueden tener un efecto notable sobre la relajación.
¿Cómo empezar a disfrutar del silencio?
El silencio no tiene por qué ser extremo ni incómodo. Aquí algunas estrategias sencillas para integrarlo en tu rutina:
- Recuerda una experiencia positiva en silencio. Piensa en un momento en que disfrutaste de la calma. Revive las emociones que sentiste. Asociar el silencio con placer es el primer paso para querer repetirlo.
- Si te gusta caminar escuchando música, intenta hacerlo sin audífonos durante los primeros 30 segundos. Aumenta ese lapso de forma gradual. El objetivo es crear microespacios de silencio manejables.
- Redefine el silencio como un lujo. Visualízalo como un descanso exclusivo para tu mente. A veces, solo cambiar el enfoque ayuda a reducir la ansiedad que provoca.
- Crea rituales silenciosos. Toma té en el jardín sin celular, pinta, escribe o sal a pasear en silencio. No necesitas estar meditando para estar en paz.
- Reflexiona después de cada momento de silencio. ¿Te sentiste más tranquilo? ¿Tuviste claridad sobre algo? Anotar esas sensaciones refuerza los beneficios mentales y emocionales.
En resumen, el silencio no es ausencia, es presencia. No hay una única forma correcta de habitar el silencio. Algunas personas lo encuentran en la naturaleza; otras, en actividades creativas o incluso en pequeños descansos del ruido digital. Lo importante es darle un espacio, por mínimo que sea.