¿Estás en riesgo de hígado graso? En México se estima que más de la mitad de la población lo padece y las cifras podrían aumentar debido a la alta prevalencia de factores de riesgo como obesidad y diabetes ¿Qué tan grave es esta enfermedad y cómo detectarla? Una experta responde.
En entrevista con SuMédico, la especialista en gastroenterología y endoscopía Diana Selene Morgan Penagos, explica que el hígado graso es una infiltración de grasa en las células del hígado. También se le conoce como esteatosis hepática.
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“Esta infiltración causa inflamación de las células del hígado y se presenta normalmente en pacientes que tienen obesidad o trastornos metabólicos como resistencia a la insulina o diabetes”, afirma.
En palabras de la experta, lo más alarmante es que en México hasta 70% de la población podría tener hígado graso, muchos sin saberlo porque en general, no manifiesta síntomas. “Normalmente se detecta porque los pacientes se hicieron un ultrasonido por otro padecimiento como dolor en la vesícula y sin querer se encuentra la infiltración de grasa en el hígado”.
Hígado graso es la principal causa de cirrosis
La también médica internista y de hospitalización en el Hospital San Ángel Inn Universidad señala que el hígado graso puede tener serias complicaciones como las várices esofágicas o inflamación de las venas del esófago, así como desarrollo de cirrosis.
“Ahora la principal causa de cirrosis en México no es el exceso de alcohol, sino el hígado graso asociado a alteraciones metabólicas”, alerta.
La experta advierte que la cirrosis es uno de los peores escenarios en el hígado graso porque no es reversible y el paciente puede tener sangrados digestivos debido a que el hígado se endurece, dando pie a várices esofágicas que se revientan.
Esto a su vez favorece otras complicaciones como anemia, pérdida de proteínas, alteración de los factores de coagulación, acumulo de líquido en el abdomen y alteraciones en el estado neurológico.
Las personas con obesidad y/o diabetes, quienes llevan una vida sedentaria y tienen malos hábitos alimenticios, están en mayor riesgo de hígado graso y son quienes deben hacerse estudios para detectarlo, ya que es una enfermedad silenciosa.
“Es muy probable tener hígado graso si se vive con esas condiciones y desgraciadamente el cuerpo no nos avisa; la gente no va al médico hasta que le duele algo o tiene un síntoma, por eso hay que hacernos estudios antes si tenemos factores de riesgo para un diagnóstico oportuno”.
Es común que el diagnóstico de hígado graso se haga en etapas avanzadas de la enfermedad cuando ya hay complicaciones como fibrosis hepática, que es la cicatrización del órgano que lo vuelve duro.
Sin embargo, esa es una etapa inicial de las complicaciones graves, podemos tener fibrosis por 15 o 20 años hasta que evoluciona a una cirrosis hepática, que es una enfermedad más crónica y mucho más problemática.
Si no se diagnostican a tiempo estas alteraciones, se puede llegar a presentar un adenocarcinoma o cáncer de hígado.
No hay medicamento para curar el hígado graso
“Desgraciadamente no hay evidencia de un medicamento que cure el hígado graso”, afirma la gastroenteróloga Morgan, pero destaca que hay cierta evidencia acerca de la vitamina E y el omega 3 para disminuir la inflamación hepática, aunque siempre debe ser recomendado por el médico.
La mejor forma de evitar y revertir el hígado graso en caso de ya tenerlo es con cambios en el estilo de vida, priorizando:
- Control de los niveles de colesterol y triglicéridos
- Vigilancia de la glucosa en la diabetes
- Hacer ejercicio, al menos 150 minutos a la semana o 30 minutos cinco veces por semana
- Bajar de peso, por lo menos un 5%
- Mejorar la alimentación, aumentando fibra como la que tienen frutas, verduras y cereales integrales
“Estas medidas ayudan mucho a desinflamar el hígado y reducir la grasa que causa alteraciones”, detalla.
Aplicarlas no es tan sencillo como suena, especialmente en México donde estamos tan acostumbrados a las comidas grasosas, ricas en harinas refinadas y azúcares y donde el ejercicio no es un hábito.
“Sería más fácil decirles a los pacientes ‘toma, con esta pastilla te vas a curar’, pero como el tratamiento es comer mejor y hacer ejercicio, es mucho más complicado, a pesar de que es lo mejor que podemos hacer por la salud de nuestro hígado”, refiere la experta.
Si además de los malos hábitos en el estilo de vida tenemos antecedentes familiares de diabetes, colesterol y triglicéridos altos, resistencia a la insulina u obesidad, el riesgo de hígado graso se va a duplicar o hasta triplicar. Tomar alcohol en exceso es otro factor importante.
¿Cómo se diagnostica el hígado graso?
Si detectamos los factores de riesgo asociados, hay que acudir con un gastroenterólogo o un hepatólogo, médicos especialistas en la salud del hígado que deben pedirte estudios de sangre y de imagen específicos.
“Las más importantes son pruebas de función hepática que incluye AST o ALT, también llamado TGO o TGP, que miden las enzimas que se elevan cuando el hígado está inflamado. Si ahí se ven alteraciones, hay que hacer ultrasonido del hígado y vías biliares para detectar si hay cambios en la estructura del hígado. Cuando hay una infiltración de una capa de grasa, se ve un poco brillante en el ultrasonido”, explica la doctora Morgan.
El especialista puede determinar mediante estas pruebas si el hígado graso es leve, moderado o severo, dependiendo de qué tan gruesa es la capa de grasa.
En fases avanzadas se requieren de estudios para determinar el grado de fibrosis o dureza del hígado y para descartar que no se tenga ya una cirrosis.
Si en el ultrasonido no se ve la fibrosis, pero el paciente tiene todas las señales clínicas, podría ser necesaria una biopsia para confirmarlo.
Es posible prevenir el hígado graso
“Lo más importante es hacerse chequeos si ya tenemos una enfermedad metabólica o si sospechamos que podríamos tenerla y sobre todo hacer cambios saludables, comer mejor, abundantes frutas y verduras y hacer un poco de actividad física, solo eso nos protege no solo de problemas en el hígado, sino de muchísimas otras enfermedades”, refiere la doctora Morgan.
Finalmente, recomienda reducir el estrés o practicar actividades que ayuden a controlarlo, ya que favorece la ansiedad por alimentos grasosos o con azúcares y carbohidratos en exceso, que propician la obesidad y resistencia a la insulina.