Hurgarse la nariz, un gesto cotidiano para muchas personas, podría tener implicaciones neurológicas a largo plazo, pues un estudio publicado en la revista Scientific Reports reporta que determinadas bacterias alojadas en la mucosa nasal pueden aprovechar pequeñas lesiones internas para desplazarse directamente al cerebro.
La investigación refiere a la Chlamydia pneumoniae, una bacteria conocida por causar infecciones respiratorias y que previamente ha sido asociada con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer; los experimentos mostraron que este microorganismo es capaz de llegar al sistema nervioso central mediante los nervios olfatorio y trigémino, sin necesidad de pasar primero por el torrente sanguíneo.
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De acuerdo con el estudio, dicha bacteria puede invadir el cerebro en un periodo de hasta 72 horas tras una inoculación intranasal en ratones. Los nervios que conectan la cavidad nasal con el cerebro funcionaron como una vía directa de acceso, lo que evidencia la vulnerabilidad de estas conexiones cuando existen daños en el epitelio nasal.
La explicación es esta: en condiciones normales, la mucosa nasal y las células gliales actúan como barreras de defensa frente a patógenos. No obstante, cuando la mucosa presenta lesiones, como las que pueden producirse al hurgarse la nariz, estas defensas pueden verse comprometidas.
Lesiones nasales y mayor carga bacteriana
Para evaluar el impacto de las lesiones, los investigadores provocaron daños controlados en la mucosa nasal de algunos ratones antes de exponerlos a C. pneumoniae y los resultados mostraron un aumento de la carga bacteriana en el nervio olfatorio, el bulbo olfatorio y el nervio trigémino.
Aunque durante el periodo de estudio no se observó un incremento significativo de la infección en otras regiones cerebrales, los datos indican que la colonización inicial de las vías nerviosas sí se ve favorecida por el daño en la mucosa nasal.
Relación con el Alzheimer
Uno de los hallazgos principales de la investigación fue la acumulación de depósitos de beta-amiloide cerca de las zonas infectadas. Esta proteína, que cumple funciones antimicrobianas, se acumula de forma patológica en el cerebro de personas con Alzheimer.
En el estudio, dichas acumulaciones se detectaron tan solo tres días después de la infección en el nervio olfatorio y posteriormente en el bulbo olfatorio. Además, la infección alteró la expresión de cientos de genes relacionados con inflamación, estrés oxidativo y manejo de proteínas mal plegadas, procesos vinculados a enfermedades neurodegenerativas.
La investigación también mostró que C. pneumoniae puede infectar distintos tipos de células gliales, tanto del sistema nervioso periférico como central y estas células desempeñan funciones clave de soporte y defensa en el cerebro, por lo que su infección podría facilitar la persistencia del patógeno y mantener un entorno inflamatorio crónico.
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