En el imaginario colectivo, todavía hay quien piensa que ir al psicólogo es sólo “hablar con alguien”. Esa visión minimiza una herramienta terapéutica que, bien aplicada, puede transformar radicalmente el curso de muchos padecimientos mentales. Hablamos de la psicoterapia: una intervención clínica, estructurada, con evidencia científica, diseñada para modificar pensamientos, emociones y conductas de manera sostenida.
Hoy sabemos que no todas las psicoterapias son iguales, ni funcionan para lo mismo. Así como hay antibióticos específicos para distintos tipos de bacterias, también hay tipos de psicoterapia más eficaces según el diagnóstico, la personalidad del paciente y el momento del tratamiento. Conocerlos es fundamental.
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¿Qué tipo de psicoterapia se utiliza en cada caso?
- Terapia Cognitivo Conductual (TCC): Es, probablemente, la más estudiada y con mayor evidencia clínica. Es altamente efectiva para trastornos de ansiedad, depresión mayor, fobias específicas, trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y trastornos de la conducta alimentaria. Ayuda al paciente a identificar distorsiones cognitivas y a cambiar patrones de pensamiento disfuncionales.
- Terapia Interpersonal (TIP): Se utiliza sobre todo en trastornos depresivos, particularmente cuando están ligados a cambios en las relaciones personales o eventos vitales estresantes. Trabaja sobre la forma en que las personas se relacionan y cómo esas interacciones afectan su salud mental.
- Psicoterapia Psicodinámica: Derivada del psicoanálisis, busca hacer conscientes los conflictos inconscientes que afectan la conducta actual. Se utiliza en trastornos de personalidad, duelo complicado, depresión crónica y síntomas somatomorfos.
- Terapia Dialéctica Conductual (TDC): Una herramienta especializada para el tratamiento del trastorno límite de la personalidad, con eficacia también en la prevención de conductas suicidas y la regulación emocional.
- Terapia Familiar o Sistémica: Fundamental cuando el conflicto se expresa o se sostiene dentro del grupo familiar. Tiene indicación en casos de trastornos de la conducta en niños y adolescentes, así como en algunas adicciones.
- Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): De las más recientes, con evidencia en ansiedad, depresión y dolor crónico. Ayuda al paciente a aceptar emociones difíciles y comprometerse con acciones coherentes a sus valores.
Es importante subrayar algo: la psicoterapia no es una recomendación genérica, es una intervención que debe ser indicada por un especialista en salud mental. Un psiquiatra evalúa si es el momento adecuado, cuál tipo es el más indicado y si debe combinarse con tratamiento farmacológico.
En psiquiatría moderna, el mejor resultado terapéutico no viene de elegir entre “medicamento o terapia”, sino de integrar ambas intervenciones de manera personalizada y escalonada. Esto no solo mejora la respuesta clínica, también disminuye las recaídas y fortalece los recursos psicológicos del paciente.
Recordemos: la psicoterapia no es “hablar”, es tratar. Y como todo tratamiento, debe tener objetivos, estructura y supervisión profesional. No todas las terapias sirven para todos, pero todas deben estar fundamentadas en evidencia clínica y prescritas correctamente.