Hace unos días te mostramos algunos alimentos que puedes consumir después de su fecha de caducidad, hoy toca mostrarte los que nunca debes comer cuando ya se han caducado.
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En la lucha contra el desperdicio de alimentos, muchas personas hemos aprendido a ser más flexibles con las fechas de caducidad. Sin embargo, esta práctica puede convertirse en un arma de doble filo cuando se trata de ciertos productos específicos.
¿Cuáles son los alimentos que NUNCA debes comer después de su fecha de caducidad?
La clave está en distinguir entre "fecha de caducidad" (un límite de seguridad) y "consumo preferente" (una cuestión de calidad). Ignorar esta diferencia con productos altamente perecederos puede tener consecuencias graves para la salud, desde infecciones gastrointestinales hasta intoxicaciones potencialmente mortales.
Estos son los alimentos que NUNCA debes comer después de su fecha de caducidad:
- Carne de pollo cruda
La carne de pollo cruda después de su fecha de caducidad se convierte en un terreno fértil para bacterias como la Salmonella y Campylobacter. Estas bacterias se multiplican rápidamente en la superficie de la carne, incluso bajo refrigeración, una vez vencido el plazo de seguridad. Lo más peligroso es que el pollo puede lucir y oler normal durante horas o incluso un día después de haber dejado de ser seguro.
El consumo de pollo caducado puede desencadenar fuertes cuadros de fiebre, diarrea severa y deshidratación, requiriendo en muchos casos hospitalización. La cocción a temperatura adecuada mata las bacterias, pero la contaminación cruzada en la cocina (en tablas, utensilios o manos) sigue representando un riesgo elevado que no vale la pena correr.
- Pescados y mariscos frescos
El pescado fresco es uno de los alimentos más perecederos que existen. Una vez pasada su fecha de caducidad, desarrolla rápidamente bacterias que producen histamina, una toxina que no se destruye con la cocción y que puede causar reacciones alérgicas graves. Los síntomas incluyen enrojecimiento facial, urticaria, dificultad respiratoria y palpitaciones.
- Huevos frescos
Aunque los huevos suelen conservarse bien refrigerados, una vez pasada su fecha de caducidad aumentan significativamente el riesgo de contaminación por Salmonella. Esta bacteria puede penetrar a través de la cáscara porosa y multiplicarse en el interior, especialmente en la yema. La prueba del agua (si flota está malo) es útil pero no infalible para detectar contaminación bacteriana.
Lo más preocupante es que los huevos contaminados pueden no presentar cambios evidentes en olor, sabor o apariencia. Al consumirlos, especialmente crudos o poco cocidos, la infección puede ser grave en niños, embarazadas y adultos mayores. La salmonelosis provoca fiebre alta, diarrea severa y vómitos, pudiendo derivar en complicaciones serias.
- Leche pasteurizada y cremas frescas
La leche pasteurizada es un medio de cultivo ideal para bacterias como Listeria monocytogenes y E. coli una vez que ha vencido su fecha. A diferencia de la leche UHT, la pasteurizada no elimina todos los microorganismos, solo reduce su carga bacteriana a niveles seguros temporalmente. Con el tiempo, estas bacterias residuales se multiplican exponencialmente.
El peligro aumenta con las cremas frescas y lácteos no fermentados, donde el sabor agrio no siempre indica el nivel real de contaminación. La Listeria es particularmente peligrosa para embarazadas, pudiendo causar abortos espontáneos o infecciones graves en el recién nacido, incluso cuando la leche parece estar en condiciones aceptables.
- Embutidos cocidos y envasados al vacío
Jamón de York, pechuga de pavo y otros embutidos cocidos envasados al vacío parecen durar eternamente, pero su fecha de caducidad es crucial. Una vez abierto el envase o vencido el plazo, el riesgo de Listeria aumenta dramáticamente. Esta bacteria puede crecer incluso en refrigeración y es notablemente resistente al frío.
El envasado al vacío crea un ambiente sin oxígeno donde la Listeria puede prosperar si ya estaba presente antes del envasado. Los síntomas de la listeriosis pueden tardar hasta 70 días en manifestarse, haciendo difícil relacionarlos con el alimento causante. En personas inmunodeprimidas, esta infección puede derivar en meningitis o septicemia.
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