Todos conocemos a una persona que todo el tiempo se la vive quejándose de algo, a continuación, te explicamos las razones del por qué sucede esto, según la psicología.
Hay personas que no saben otra cosa que hacer en esta vida que quejarse de ella, esto puede ser estresante e incluso molesto para quienes la rodean.
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Las razones por las que una persona siempre se queja, según la psicología
El comportamiento crónico de queja es más que un simple mal hábito: revela patrones psicológicos profundos que afectan la percepción de la realidad. Psicólogos y neurocientíficos han identificado múltiples causas que explican por qué algunas personas parecen vivir en un estado permanente de insatisfacción y estas son las razones:
- El sesgo de negatividad
El cerebro humano está programado evolutivamente para prestar más atención a los estímulos negativos que a los positivos, un mecanismo de supervivencia conocido como "sesgo de negatividad". En algunas personas, este rasgo se encuentra hiperactivado, haciendo que perciban principalmente los aspectos desfavorables de cualquier situación.
Estudios de neuroimagen muestran que los quejosos crónicos presentan mayor actividad en la amígdala, el centro de procesamiento de amenazas del cerebro. Este patrón neurológico los lleva a filtrar selectivamente las experiencias negativas mientras ignoran las positivas.
- Beneficios secundarios inconscientes
La psicología humanista explica que la queja persistente puede proporcionar ganancias psicológicas ocultas. Algunas personas obtienen atención inmediata, evitan responsabilidades o logran que otros solucionen sus problemas mediante este comportamiento.
Estos "premios" inconscientes refuerzan el patrón, creando una dependencia emocional al rol de víctima. Terapeutas señalan que detrás de cada quejumbroso crónico suele haber una necesidad no satisfecha de validación o cuidado que intenta suplir de esta manera disfuncional.
- Baja tolerancia a la frustración
La teoría cognitivo-conductual identifica en estos casos una marcada incapacidad para manejar contratiempos cotidianos. Personas con umbrales de frustración particularmente bajos interpretan cualquier inconveniente menor como una catástrofe, magnificando sistemáticamente los problemas. Esta distorsión cognitiva, llamada "magnificación", se alimenta de pensamientos absolutistas ("todo me sale mal", "nunca tengo suerte"). Curiosamente, investigaciones muestran que suelen subestimar su propia capacidad para resolver dificultades, perpetuando el ciclo de quejas.
- Distracción del dolor interno
Paradójicamente, la queja constante puede ser un mecanismo de defensa para no abordar problemas emocionales más profundos. Al centrarse en quejas superficiales (el tráfico, el clima, el trabajo), la persona evade confrontar conflictos personales no resueltos como miedos existenciales, duelos no procesados o inseguridades arraigadas. Psicólogos junguianos interpretan esta conducta como una "proyección masiva" donde el malestar interno se atribuye sistemáticamente a factores externos.
- Falta de habilidades de afrontamiento
Investigaciones en psicología positiva revelan que los quejosos crónicos carecen frecuentemente de herramientas básicas de regulación emocional. Mientras personas resilientes activan estrategias como la reevaluación positiva o la solución práctica de problemas, ellos se estancan en la rumiación negativa.
La neuroplasticidad juega en su contra: cada queja fortalece circuitos neuronales de insatisfacción, haciendo cada vez más automática esta respuesta ante cualquier estímulo.
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