Aspergillus flavus es un hongo filamentoso común, presente en suelo, polvo, cereales y alimentos almacenados. Produce colonias con esporas amarillento-verdosas y filamentos segmentados. Fue encontrado en la antigua tumba del rey Tutankamón y se rumora que fue el causante de las muertes tempranas de integrantes del equipo de excavación, en concreto sus esporas latentes durante milenios.
Un estudio reciente relaciona A. flavus con un antiguo “maleficio de los faraones” debido a su presencia en tumbas.
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Un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania, ubicada en Estados Unidos, modificaron algunas de sus moléculas y las probaron contra células leucémicas en un laboratorio controlado. El resultado fue un prometedor compuesto contra el cáncer que abre las puertas para el descubrimiento de más medicamentos y tratamientos contra esta enfermedad.
"Purificar estas sustancias químicas es difícil", explica Qiuyue Nie, investigadora posdoctoral en Pensilvania, entrevistada por el medio transnacional DW.
¿Cómo funciona este hongo contra el cáncer?
De acuerdo con el medio de comunicación alemán, la terapia está conformada por un tipo de péptidos sintetizados por ribosomas y modificados. El nombre hace referencia a cómo se produce el compuesto y al hecho de que está modificado posteriormente, en este caso, para mejorar sus propiedades contra el cáncer.
Es la segunda especie más común en infecciones oculares fúngicas en Egipto actualmente. Cuando se mezclaron con células cancerosas humanas, las asperigimicinas (resultantes del proceso de purificación en el hongo) demostraron su potencial médico y tuvieron efectos potentes contra las células leucémicas.
"Las células cancerosas se dividen de forma incontrolada. Estos compuestos bloquean la formación de microtúbulos, que son esenciales para la división celular", explica Sherry Gao, también investigadora del proyecto.
Los detalles del estudio se han publicado en la revista Nature Chemical Biology, en junio de 2025.
Este hallazgo resalta el potencia aún por explorar de los microorganismos en las terapias anticancerígenas.
Los efectos disruptivos de este tipo de hongo son específicos en ciertos tipos de células, una característica fundamental para cualquier medicamento futuro. También, los investigadores identificaron grupos similares de genes en otros hongos.
De acuerdo a la publicación, el siguiente paso es probar este modelo en ensayos clínicos con animales, en espera de pronto aplicarlos en humanos.
En resumen, Aspergillus flavus es un hongo con alta presencia en Egipto y su propagación representaba riesgos graves para la salud pública y animal. No obstante, luego de décadas etiquetado como amenaza, ahora se investiga su posible uso en terapias anticancerígenas.
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