Para muchas personas, ir al dentista sigue siendo sinónimo de incomodidad o miedo. No es solo por el sonido de los instrumentos o la posibilidad de dolor, sino por la sensación de vulnerabilidad que surge al estar en manos de otro. En ese escenario, los especialistas coinciden en que la salud bucal no puede abordarse únicamente desde lo técnico: requiere empatía, integridad y una relación cercana entre paciente y profesional.
Esa fue la idea central que compartió la periodoncista e implantóloga Daliah Salem, especialista certificada en Estados Unidos, quien visitó la Universidad de Monterrey (UDEM) como parte del programa Global Community Professor, una iniciativa que conecta a estudiantes con expertos internacionales del sector salud.
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“La odontología no es solo una habilidad técnica. Un buen dentista debe tomar decisiones basadas en evidencia y tratar a sus pacientes con compasión”, afirmó Salem.
La empatía como parte del equipo clínico
Durante su estancia en la UDEM, Salem impartió conferencias, talleres y participó en prácticas dentro de la clínica universitaria. Ahí pudo observar de cerca cómo los estudiantes de la Escuela de Odontología comienzan a atender pacientes desde los primeros años de formación, algo poco común incluso en universidades de alto nivel en Estados Unidos.
“Me sorprendió su curiosidad y el número de preguntas que hicieron. Eso refleja responsabilidad con el paciente”, destacó.
Para la especialista, esta cercanía temprana con la realidad clínica no solo mejora la destreza médica, sino que formas profesionales conscientes del impacto emocional que tiene cada procedimiento en la vida de una persona.
Odontología del futuro: precisión + humanidad
Con experiencia en consulta privada y docencia en la Universidad de Boston —además de formación académica en Tufts y Harvard—, Salem subrayó que la odontología moderna enfrentará retos que no se resuelven solo con tecnología.
Hoy, más que nunca, los pacientes buscan profesionales que expliquen, acompañen y generen confianza, especialmente en tratamientos complejos o de largo seguimiento como implantes, periodoncia o cirugía oral.
“El conocimiento técnico puede abrir la boca de un paciente, pero la confianza es lo que permite que vuelva”, compartió Salem durante sus sesiones con los estudiantes.
Su visita dejó un mensaje claro para las nuevas generaciones de odontólogos:
Tratar bien al paciente también es parte del tratamiento.
Porque una sonrisa sana no solo depende de una prótesis, un procedimiento o una radiografía perfecta, sino del profesional que está al frente, dispuesto a ver más allá de la boca… y mirar a la persona que hay detrás.
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