Más del 5% de la población mundial, 430 millones de personas, padece una pérdida de audición discapacitante y requiere rehabilitación (OMS), entre ellos 34 millones de niños. Se estima que para 2050 esa cifra podría superar los 700 millones, es decir, una de cada diez personas. La pérdida auditiva, de no tratarse en tiempo y forma, provoca depresión, aislamiento social y deterioro cognitivo.
Experimentamos pérdida auditiva cuando se nos dificulta seguir conversaciones o escuchar en entornos con ruido de fondo. Es decir, no podemos oír del mismo modo que quienes poseen una capacidad auditiva que se considera dentro de los rangos habituales. En este contexto, el término “normal” se emplea desde una perspectiva estadística, haciendo referencia al nivel de audición que presenta la mayoría de la población. La pérdida de audición, también conocida como hipoacusia, implica necesitar un mayor volumen o intensidad sonora para detectar un sonido en comparación con lo que requiere la mayoría de las personas.
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La pérdida de audición puede ser leve, moderada, grave o profunda. Y aunque, actualmente, es un padecimiento que se presenta a edades cada vez más tempranas, la incidencia de la pérdida de audición aumenta con la edad; entre los mayores de 60 años, más del 25% padece una pérdida de audición discapacitante.
A pesar de ello, se presta poca atención al impacto psicosocial que conlleva la pérdida auditiva no tratada a tiempo. Cuando la pérdida de audición no se trata, impacta en diversos aspectos de la vida cotidiana de una persona. Para los seres humanos es importante la pertenencia a un grupo, nos da seguridad.
Para todos nosotros, intercambiar opiniones con nuestros amigos nos brinda confianza y refuerza el sentido de pertenencia. La audición cumple un papel clave en este proceso, ya que al involucrarnos en conversaciones fortalecemos vínculos y compartimos vivencias. Sin embargo, esto se vuelve más complicado para quienes enfrentan una disminución en su capacidad auditiva.
Impacto psicosocial de la pérdida auditiva en niños y adultos
Los niños con hipoacusia severa a profunda han demostrado tener más problemas de comportamiento que niños normo-oyentes, su comportamiento social es más retraído y menos colaborativo y se sienten más rechazados y menos cuidados que sus contemporáneos que escuchan normalmente, aunque esto puede no aplicar en miembros bien integrados a la comunidad silente.
En las personas adultas, la pérdida auditiva se vincula con un menor apoyo social, redes de contacto reducidas y una disminución en la cohesión familiar. Cuando la capacidad de interactuar socialmente se ve comprometida, puede surgir el aislamiento, lo cual repercute negativamente en la salud emocional y eleva considerablemente el riesgo de depresión. A menudo, no notamos que el abuelo ha dejado de intervenir en las charlas durante las reuniones familiares, hasta que observamos que se siente apartado y solo en esos momentos. Por eso, la depresión, el retraimiento social y el deterioro cognitivo figuran entre las principales consecuencias de una hipoacusia no tratada.
Un estudio que transformó nuestra actitud hacia este problema encontró que los adultos de alrededor de 60 años presentaban una hipoacusia de grado superficial tenían el doble de riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer más adelante, el triple de riesgo si la pérdida era moderada, y 5 veces más riesgo si la hipoacusia era severa. Más recientemente se ha corroborado que si se trata la hipoacusia con auxiliares auditivos, el riesgo se disminuye.
Indicios de que estás perdiendo la audición
- Tienes dificultad para entender las conversaciones, sobre todo en entornos con ruido de fondo. Es importante hacer notar que la persona que está perdiendo audición no siente que escucha menos, siente que le cuesta más trabajo comprender lo que los demás hablan.
- Entender una cosa por otra. Por lo anterior, se tienden a confundir palabras, y como a nadie le gusta estar pidiendo que le repitan las cosas, interpretan lo que creen que se dijo.
- Tu familia se queja de que le subes mucho a la TV u otros dispositivos. Es frecuente que eso lo noten las personas de alrededor antes de que se sienta una pérdida de audición.
- Estás participando menos que antes en conversaciones. Conforme se dificulta la comprensión del lenguaje, sobre todo en ambientes sociales que tienden a ser más ruidosos, las personas con pérdida auditiva tienden a aislarse de la interacción social.
- Percibes ruidos en tus oídos que no son producidos por algo externo. Esto se le llama acúfeno en español, más frecuentemente conocido como tinnitus por ser el término que se usa en inglés, y aunque no siempre, frecuentemente es de los primeros signos de pérdida de audición.
Cabe señalar que el impacto de la pérdida auditiva no está determinado únicamente por su gravedad, sino también por la eficacia de las intervenciones clínicas o de rehabilitación adoptadas. Un buen diagnóstico en tiempo y forma es vital para evitar que el problema auditivo vaya escalando.
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