DISCAPACIDAD AUDITIVA

¿Qué produce la pérdida auditiva en los niños?

Entre las principales causas para la pérdida auditiva en los niños están los factores genéticos, problemas durante el embarazo o el parto, infecciones, exposición a ruidos fuertes, consumo de fármacos ototóxicos y daños físicos o traumatismos

Se calcula que, a nivel mundial, millones de niños presentan algún tipo de discapacidad auditiva
pérdida auditiva en niños.Se calcula que, a nivel mundial, millones de niños presentan algún tipo de discapacidad auditivaCréditos: canva
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A escala mundial, se calcula que millones de niños presentan algún tipo de discapacidad auditiva. El efecto de esta condición no solo está relacionado con el nivel de pérdida auditiva, sino también con la edad en que se manifiesta, la prontitud del diagnóstico y la disponibilidad de intervenciones como audífonos, implantes cocleares y terapias del lenguaje.

Es importante destacar que la pérdida auditiva o hipoacusia en la infancia es una condición que puede afectar significativamente el desarrollo del lenguaje, las habilidades comunicativas, el aprendizaje y la inclusión social de los niños.

Principales causas  

Las causas pueden agruparse en factores genéticos, problemas durante el embarazo o el parto, infecciones, exposición a ruidos fuertes, consumo de fármacos ototóxicos y daños físicos o traumatismos, entre otros. En muchos casos, la pérdida auditiva puede evitarse mediante medidas como el control prenatal, la vacunación infantil, el tratamiento adecuado de infecciones y la protección contra el ruido.

  • Factores congénitos.  

Corresponde a una pérdida auditiva presente desde el nacimiento, ya sea como consecuencia de causas genéticas o de eventos inesperados ocurridos durante el desarrollo prenatal.

Las alteraciones de origen genético son las más frecuentes; aproximadamente dos tercios de los recién nacidos con pérdida auditiva la presentan por este motivo. Este tipo de condición puede heredarse de forma recesiva o dominante. Las variantes recesivas son las más comunes y solo se manifiestan cuando el bebé recibe una copia alterada del gen de ambos padres. Sin embargo, si solo hereda un gen defectuoso, no desarrolla la pérdida auditiva, aunque puede transmitirla a sus descendientes. Por ello, es habitual que no existan antecedentes de sordera en familias donde los padres, sin saberlo, tienen varios hijos con esta condición. En cambio, cuando la herencia es dominante, la alteración suele aparecer en cada generación. El riesgo de transmisión puede evaluarse mediante pruebas genéticas.

Dentro de las causas congénitas no hereditarias se encuentran las infecciones maternas durante el embarazo, como el citomegalovirus, la toxoplasmosis, el herpes, la rubéola, la sífilis o el VIH. Asimismo, la exposición a ciertos medicamentos o sustancias tóxicas durante la gestación también puede influir en el desarrollo de la hipoacusia.

  • Factores adquiridos.  

Este concepto se aplica cuando la pérdida de audición se presenta en cualquier momento durante la infancia en un niño que nació con capacidad auditiva normal. Las causas pueden ser diversas y, en muchos casos, pueden prevenirse o tratarse si se detectan a tiempo.

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Dentro de esta clasificación, la condición más frecuente es la otitis media, que consiste en la inflamación del denominado "oído medio". Generalmente, esta inflamación es provocada por una infección bacteriana que se origina en la nariz o la garganta. La hinchazón en esta zona bloquea la comunicación habitual entre la nariz y el oído, permitiendo que la infección se propague hacia el oído.

También se presentan infecciones en el oído externo, conocidas como "otitis externa". Su causa más común es de origen bacteriano y suele adquirirse en lugares como piscinas o playas. Sin embargo, en zonas con climas cálidos y húmedos, las infecciones por hongos también son frecuentes. Además, el uso de hisopos de algodón para limpiar el oído puede desencadenar este tipo de infección. Aunque las otitis externas rara vez causan una pérdida auditiva severa, pueden hacerlo si se complican.

En cuanto a las infecciones del oído interno, estas suelen tener un origen viral y son comúnmente denominadas “laberintitis”, aunque este término no siempre es el más preciso. Estas afecciones requieren atención médica urgente para prevenir daños auditivos permanentes. En esta categoría también se incluye la hipoacusia provocada por meningitis, sin importar la edad del paciente.

  • Factores neonatales o perinatales.

Nos referimos a las circunstancias relacionadas con el momento del nacimiento que pueden ocasionar sordera en el recién nacido. La pérdida auditiva puede presentarse en bebés prematuros (con menos de 32 semanas de gestación), con bajo peso al nacer (menos de 1500 gramos), en aquellos que presentan niveles elevados de bilirrubina, que reciben tratamientos con medicamentos ototóxicos, que requieren asistencia respiratoria durante más de cinco días o que padecen infecciones neonatales como neumonía o sepsis. En numerosos casos —particularmente en los prematuros— varios de estos factores se presentan de manera simultánea.

En conclusión, la mayoría de estas causas pueden ser controladas, ya sea mediante la prevención del daño o la reducción del impacto asociado a la pérdida de audición. No obstante, la detección precoz es esencial para iniciar el tratamiento a tiempo y así preservar el desarrollo del lenguaje, el aprendizaje y la inclusión social. Por esta razón, resulta indispensable realizar evaluaciones auditivas en recién nacidos, así como controles periódicos de la audición.

 

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