La pérdida de un padre por suicidio o la convivencia con un progenitor que sufre enfermedad mental grave están asociados con un notable incremento en el riesgo de suicidio en los hijos. Esta conclusión proviene de estudios poblacionales de gran alcance que analizan el efecto intergeneracional del suicidio y los trastornos psiquiátricos.
De acuerdo con el doctor en psicología Robert T. Muller, "Los niños interiorizan sentimientos de vergüenza o culpa tras la pérdida de un progenitor por suicidio. Los niños que han perdido a un progenitor por suicidio tienen tres veces más probabilidades de suicidarse".
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Diversos estudios muestran que perder a un padre por suicidio o vivir con un progenitor con grave enfermedad mental duplica el riesgo de suicidio en los hijos. Por ello, en Sumédico te contamos todas las aristas de este fenómeno.
¿Por qué el suicidio de los padres afecta a los hijos?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca 720 mil personas se suicidan cada año, siendo la tercera causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
"Se trata de un grave problema de salud pública que se debe abordar desde este ámbito. Hay intervenciones basadas en la evidencia y, a menudo, de bajo costo, que se pueden tomar a tiempo para prevenirlo. Para que las iniciativas preventivas de los países sean eficaces, deben aplicarse mediante una estrategia multisectorial e integral", señala el organismo internacional.
Un estudio basado en registros poblacionales en países nórdicos examinó grupos de niños que perdieron un progenitor antes de los 18 años: los resultados indicaron que el riesgo de suicidio en esos hijos fue aproximadamente 2,02 veces mayor que en quienes no perdieron un padre. En los casos en que el progenitor murió por suicidio, el riesgo se elevó a 3,44 veces mayor.
Según Muller, "La culpa es una respuesta común cuando ocurre un suicidio en la familia. (...) Los niños suelen internalizar sus emociones y desarrollar sentimientos de vergüenza o autoinculpación al intentar comprender por qué un padre o una madre podría elegir suicidarse".
Los mecanismos probables que inciden en este aumento son múltiples, según los autores:
- Predisposición genética: los trastornos psiquiátricos tienen componente hereditario.
- Factores ambientales: la muerte de un progenitor, el duelo, la alteración de la dinámica familiar, la posible falta de recursos emocionales o económicos.
- Edad y rol del progenitor: el riesgo fue mayor cuando la madre murió por suicidio, los niños eran varones y cuando la pérdida ocurrió antes de los 6 años.
- Salud mental del sobreviviente: vivir con un progenitor cuya salud mental es deficiente incrementa la vulnerabilidad de los hijos.
"Varios factores clave pueden contribuir a la mayor prevalencia de conductas autolesivas entre jóvenes que han estado expuestos al suicidio. Factores genéticos como la agresividad impulsiva y el neuroticismo pueden predisponer a un niño a conductas suicidas, así como las influencias ambientales previas y posteriores al suicidio de un progenitor, como la negligencia, el abuso y las adversidades familiares. La imitación de las acciones de un cuidador como mecanismo de afrontamiento también puede ser un factor de riesgo de suicidio", enfatiza Muller.
Por esta razón, es fundamental identificar a niños e hijos adolescentes que han perdido un progenitor por suicidio o conviven con un padre con grave enfermedad mental. Adicionalmente, es necesario implementar intervenciones de apoyo psicológico temprano, duelo asistido, fortalecimiento de redes de soporte.
A los profesionales de salud mental, psiquiatría infantil y atención primaria les corresponde monitorear estos contextos familiares como parte del factor de riesgo prolongado. Mientras que al Estado le toca promover políticas de salud que integren la dimensión familiar, el duelo parental, y la prevención del suicidio como parte de la estrategia nacional.
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